El nivel de desesperanza de la sociedad con la política es muy alto. Mucha gente no cree en los dirigentes, en la justicia, en los empresarios, ni en muchas instituciones o en el gobierno. Hoy la política atraviesa un clima de frustración y esto se va a reflejar en el proceso electoral del 2023. El gran desafío para los políticos será cambiar la expectativa negativa que hoy tiene la ciudadanía. Los que aspiren a gobernar tendrán que lograr que cambie el humor social rápidamente porque sino la gente reaccionará votando en contra o no votando.

No importa quién sea el candidato oficialista, Alberto, Cristina o cualquiera, sino se genera un clima social positivo y de esperanza, sólo obtendrá el apoyo del piso electoral propio, que  no supera el 30 %. Los electores son muy sensibles a la cuestión económica y si no obtienen respuestas, no acompañan con el voto. Esto le paso a Cristina, luego a Macri y ahora a Alberto en las legislativas. 

Los grandes conflictos como la Pandemia y ahora la guerra, producen impacto en la economía que influye también en el ánimo de las personas, además de afectarlas en el bolsillo. A ésta frustración la tienen que saber interpretar los dirigentes,  porque produce resultados electorales. Vivimos en una Sociedad bastante conservadora y pragmática, que premia o castiga según sean los resultados económicos que producen los gobiernos de turno. 

Los plazos de paciencia social son cada vez más cortos. Esto obliga a las fuerzas políticas a proponer soluciones concretas y rápidas, frente a la pobreza, a los precios y a los ingresos. Porque la tolerancia social se va reduciendo. No importa si gobierna la derecha o la izquierda, porque si no hay respuestas inmediatas, habrá reacciones en contra y serán cada vez más violentas. Tan violentas como la violencia del hambre y la desesperanza. 

El macrismo no tiene un plan económico aceptable y la gente lo sabe. El gobierno lleva casi tres años navegando en dificultades y sus logros aun no revierten drásticamente la pobreza. En este escenario aparece Milei y canaliza la bronca y la intolerancia contra los representantes políticos oficialistas y opositores. El enojo es contra todos, aunque algunos se niegan a verlo.

La sociedad necesita soluciones urgentes y los políticos están enfrascados en sus internas. Alberto quiere sólo funcionarios que apoyen el plan económico. Los k se desesperan por la falta de resultados frente al hambre de los más pobres. El Pro está dividido y los Radicales quieren poner el candidato a Presidente. Los especuladores del medio resucitan la vieja avenida con la esperanza de colectar votos por derecha y lograr el apoyo de los ricos del campo. Todo es un gran caos pero podría ordenarse muy rápidamente si se frena la inflación y se aumentan significativamente los ingresos de la gente. Esto cambiaría todo el panorama alineando la política con la tolerancia social.

Álvaro Ruiz Moreno: Política y tolerancia social