Ariel, es un joven que tiene orígenes judío- polacos, y que ha pasado los veinticinco años. Su deseo más próximo radica en emigrar a Europa en busca de otras oportunidades que le permitan progresar en su vida. Mientras tanto, vive con su madre, que tiene un negocio de ropa interior de mujer, en una galería comercial en el barrio de Once.

La película de Daniel Burman presenta un argumento basado en las aspiraciones de un joven y su ideal de que afuera encontrará las respuestas que tanto busca. Para Ariel, la idea de empezar de cero en otro sitio y lejos de todo se vuelve más intensa al recorrer con sus ojos aquella galería donde se encuentra su madre hace tantos años- una realidad que se vio obligado a aceptar tras el abandono de su padre-, y además sus vecinos, que también forman parte de la comunidad judía y sobreviven el día a día con su emprendimiento. La inquietud que lo mueve es precisamente esa necesidad desesperada de hallar un rumbo a su vida, intentando obtener la ciudadanía polaca, pero sin realmente tomar conciencia de lo que acontece a su alrededor y los costos que deberá sortear si logra su cometido. Lo que añora fundamentalmente es despegar de esa realidad hostil de la cual forma parte y, por fin, dejar atrás las huellas del pasado.

De esta manera, el joven se inmiscuye como puede, sin mayor interés, en la historia y la tradición de su religión, escarbando argumentos fehacientes que justifiquen su accionar. Asimismo, el contexto de profunda crisis económica y social que envuelve al film, posterior a la gran debacle del año 2001, lo obliga a indagar en sus raíces familiares, hecho que se presenta cuando visita a su abuela para que le entregue unos papeles que resultarán claves para presentar en la embajada. En su rostro conviven el descontento por una carrera trunca que se vio empujado a abandonar tras la urgencia socioeconómica de su familia, un trabajo que no lo llena y un futuro confuso y sin demasiadas alternativas. A Ariel lo atraviesa la cotidianeidad que le rodea y siente la impotencia de los días que se le escurren entre los dedos sin que él pueda torcer ese destino. En su caminar chocan la desesperanza y la ilusión, que actúan como sentimientos contradictorios en su interior, pero que hacen a su personalidad.

El film, por su parte, nos entrega algunas claves para repensar la premisa que en la actualidad se sostiene con fuerza y es la firme convicción de que irse del país nos proveerá de un mejor pasar económico. A su vez, entre tanta tensión, este joven mantiene una relación informal con una mujer quince años mayor que él, que también forma parte de la galería. Pero nada lo toca por completo. Nada lo llena. Y dialoga con conocidos desde un lugar netamente utilitario, con el fin de extraer lo estrictamente necesario. Con las personas que entabla algún tipo de conversación parece no existir una puesta del cuerpo auténtica, un estar con el otro desde la sinceridad y el amor, más bien subyace un desapego y una falta de involucramiento en las emociones de los demás.

Como conclusión de un año intenso, “El abrazo partido”, disponible en la plataforma “Amazon Prime” habilita y abre el camino para reflexionar sobre determinadas prácticas que responden a un clima de época inserto en nuestro país, que se inclina y actúa bajo el poder de la lógica de la globalización, indagando sobre el registro que tenemos de los otros en sus vivencias y emociones. El guion, entonces, aporta y ayuda a comprender con mayor profundidad y ahínco las relaciones humanas, exponiendo desde un enfoque sutil los entretelones de una relación entre sujetos, cualquiera sea.