Sigmund Freud, en Más allá del principio del Placer, publicado en 1920, introduce conceptos nuevos, revisando por completo los constructos teóricos que venía desarrollando hasta el momento. Este vuelco, que se denominó ´el giro del 20´, se produjo, en gran parte, luego de atender a pacientes que habían sido combatientes en la Primera Guerra Mundial y manifestaban, en los sueños, vivencias traumáticas ocurridas allí. Al parecer, en las sesiones con Freud, comentaban que se despertaban aterrorizados luego de repetir una y otra vez hechos relacionados a aquel acontecimiento. En este punto, la práctica clínica resultó fundamental para el fundador del psicoanálisis porque, a partir de ella, modificó la teoría de las pulsiones, introduciendo la noción de la pulsión de muerte, que iba en detrimento de sus postulados anteriores basados en que el acto de soñar se debía al cumplimiento de un deseo reprimido. 


La película El Prófugo, recientemente estrenada en todas las salas del país, narra la historia de una cantante lírica y artista de doblaje llamada Inés (Érica Rivas), quien tras el suicidio de su pareja, comienza a tener pesadillas que la perjudican en su trabajo. El film envuelve al espectador en un manto de misterio y suspenso, entrecruzando escenas que se articulan entre la vigilia y la actividad onírica de la protagonista. 

Inés, en un intento desesperado por entender los fenómenos que le ocurren, acude a Adela, una actriz que afirma que sus problemas se deben a la presencia de un “prófugo”, una especie de figura siniestra que ronda la vida de la joven, y que debe echarlo de inmediato si quiere retomar las riendas de su vida. 

La idea de pulsión de muerte de Freud, acuñada hace más de cien años, se corresponde con los sueños tormentosos que, una y otra vez, experimenta la artista, ya sea reviviendo el suicidio de su novio a partir de condensaciones y desplazamientos propios del sueño, o también mediante episodios que la han marcado en la infancia,  y que se presentan como personajes monstruosos que la acechan. 
  

 Por su parte, Mark Fisher, en su libro denominado Lo Raro y lo Espeluznante, afirma que lo espeluznante está ligado, fundamentalmente, a la naturaleza que provocó la acción. El autor se cuestiona sobre un argumento vital, que también atraviesa el filme, y se sustenta en la siguiente premisa: Si no somos lo que creemos que ser, ¿qué somos en realidad? Al parecer, Inés comienza a vivenciar los sueños como una manifestación de la realidad, que trascienden la emergencia del inconsciente. Tras las pesadillas comienza a sufrir alucinaciones e ingresa en un estado de confusión que irá padeciendo sin alternativa. 

Bajo la dirección de Natalia Meta y basado en la novela El mal menor de C. E. Feiling, el guion escarba las profundidades del psiquismo entretejiendo realidades contrapuestas con la ficción.