El escándalo por los vacunados VIP trasciende ampliamente la fronteras de la maniobra que se conoció hace unos días y que tuvo al ex ministro de Salud, Ginés González García, como principal abre puertas y facilitador de vacunas a lustrosos amigos del poder.

El deplorable gesto no se acota al Ministerio de Salud y al Posadas, centro hospitalario desde el cual partieron las vacunas y los enfermeros que las aplicaron a los privilegiados. Con el correr de los días, se aprecia que esta vieja maña se repite a lo largo y a lo ancho del país. Córdoba no es la excepción claro está, porque aquí legisladores opositores difundieron nombres de legisladores provinciales y municipales, intendentes, funcionarios y empresarios, entre otros.

Nuevamente, la corporación política mostró que las rivalidades de tribuna se convierten en una farsa cuando aparece una oportunidad de salvarse y protegerse frente al bicho que causa muerte y dolor.

La gente, con las manos vacías. La gente haciendo cola y pugnando por la vacuna. Los cortesanos… siempre en el púlpito desde el que se cometen injusticias y vulneraciones de derechos. Los cortesanos…cerca de lo ilegal.

De todas maneras, hay que hacer distinciones. Nadie está diciendo que hay que poner a todos en la misma bolsa, porque existen funcionarios y legisladores con funciones específicas que ameritan estar inmunizados contra el Covid 19. Eso es absolutamente cierto.

Lo que se cuestiona es la transparencia. El presidente Alberto Fernández se vacunó y lo mostró. Lo propio pasó con el gobernador Juan Schiaretti y otro grupo de dirigentes políticos con responsabilidad de gestión. Eso se hizo a la luz del día.

Lo que duele, lo que molesta, es la falta de transparencia porque muchos otros integrantes de la corporación política también se inocularon pero se escondieron, lo hicieron a la sombra Es como si se hubieran tirado un lance y si pasaba, pasaba.

En realidad, parece que les importa un pito lo que le ocurra al ciudadano de a pie, al Juan Pueblo que deambula por las calles buscando respuestas. Esto no es una frase tribunera y por si todavía no les queda claro, la gente le tiene miedo a la muerte. En definitiva, si se habla de pandemia se habla de eso, del temor a perder la vida.

Estas cosas alejan cada vez más a la corporación política de la sociedad que los sostiene. Nadie parece haber tomado conciencia de la distancia entre unos y otros, entre la mujer y el hombre comunes y la corporación política, que se nutre de referentes que portan diferentes banderas e ideologías que hasta carecen de cualquier punto de coincidencia. Sólo tienen un punto en común: la gula.

Obviamente no son todos ni nada que se le parezca, pero esta vez los aprovechadores dejaron los dedos pegados.

Desde lo exclusivamente político, lo que hay que comenzar a ver ahora es cómo será el impacto de este destrato en las urnas de las elecciones legislativas de este año, que todavía no tienen fecha. El resultado será la mejor encuesta que determinará quiénes son los que reciben los principales cachetazos.