Un pibe con una botellita con agua ayudando a apagar el incendio en las puertas de Villa Carlos Paz se convirtió en una imagen que habla a las claras de la desesperación de los vecinos ante el fuego implacable que cercaba a todo un barrio, o mejor a casi toda una ciudad.

Con lo que tenía a mano, la gente salió a dar una mano para defender la vida y lo que tanto costó edificar. Fue una imagen conmovedora, sin dudas. 

En la siguiente secuencia, se aprecia a los bomberos combatiendo esos fuegos salvajes con una dosis de compromiso inigualable, en la que se pone de manifiesto con total claridad la vocación y el compromiso social.
Diego Concha lucha como un espartano, dirigiendo un ejército de hombres y mujeres que lo arriesgan todo para que sus vecinos no lo pierdan todo ante el avance de las llamas en nuestras sierras.

Unos y otros imploran que llueva porque saben que allí estará el antídoto para frenar las llamaradas del fin del invierno y el inicio de la primavera. Este año, los vientos prolongaron su estadía en la provincia y la falta de agua se convierte en un agente propagador que arranca los bosques y diezma la actividad agropecuaria, entre otros efectos nocivos. 

Pasa lo mismo o casi lo mismo todos los años en esta época. Sin embargo, no hay prevención más allá del chico y su familia con las botellas de agua o la solidaria acción de los bomberos, que no son otra cosa que los guerreros espartanos de Concha.
Lamentablemente, Córdoba no tiene una política de Estado para esto. Sólo hay gestos aislados y no un programa planificado serio que sirva para prevenir lo que todo el mundo sabe que va a pasar.

Ideas se necesitan

¿A nadie se le ocurrió nada para eliminar este problema en el gobierno provincial? Aquí hace falta la presencia del Estado, pero la presencia en serio para el diseño de una política de prevención que sirva para establecer pautas de mediano y largo plazo. Una respuesta clara que vaya más allá del simplón “ojalá que llueva”.

Si existe un plan concreto, la ciudadanía no sabe de su existencia porque hasta el momento no se aplica. Sólo hay respuestas para responder la acción devastadora del fuego cuando avanza. Las respuestas son siempre de reacción y no hay nada de prevención.

Hace unos años, durante la segunda gestión delasotista, se entablaron negociaciones con expertos de Andalucía, España, para contratar un sistema de prevención y alarma que permitían detectar incendios. Estaba todo prácticamente acordado, pero a último momento, aparecieron problemas supuestamente insuperables que impidieron que el proyecto se concrete. No fue el único intento, según comentan especialistas en el tema. 

Tal vez, llegó la hora en que los incendios se conviertan en un tema prioritario que tiene que obligar a las autoridades a dar una solución urgente. Es imprescindible que se invierta en esto, tal vez dejando atrás o postergando obras que seguramente tienen más rédito electoral y son de gran utilidad. Pero no se llevan vidas, ni se llevan en un rato los sueños de gran cantidad de familias.

Es la hora de dar una solución definitiva. Es la hora de que el gobierno no aparezca lamentando los daños sin dar una mínima respuesta eficiente a este problema recurrente que sólo sirve para que el país nos mire con piedad.
Es hora de pensar en una solución de fondo, más allá de las sanas ideas tendientes a avanzar con obras de infraestructura que podrían esperar, más allá de su necesidad.

Combatir en serio los incendios es una manera de proteger la vida.