Según la última Encuesta de Gustavo Córdoba el 74% de los Argentinos considera que la situación económica e institucional es muy frágil. Es en éste contexto que el Ejecutivo Nacional intenta un cambio desesperado de Gabinete. El cambio que se pretende con Massa, en su rol de Ministro de Economía fuerte, conlleva un gran riesgo el cual es acelerar la descomposición de una Administración que generó una expectativa bien diferente en sus comienzos. Hoy los más desilusionados son sus propios adherentes. 

Lo más grave de lo que sucedió con Batakis no fue el papelón internacional, de enviarla a congratularse con los acreedores y relevarla del cargo en cuestión de horas. Lo más trágico es que quedó de manifiesto, una vez más, la total improvisación y maniobras desesperadas de los líderes del Gobierno. Para los ciudadanos éstas son sólo señales de precariedad y total falta de convicción y seguridad. Muchos políticos Argentinos se empeñan en mostrar su desprecio por la política y ésto traerá consecuencias malas.

En las próximas semanas todos los ojos estarán puestos en lo que haga Massa. Otra vez los políticos generan una situación en la que todo depende de un salvador milagroso. Esto no es bueno y siempre ha salido mal para el Pueblo en su conjunto. Los K creen que Cristina podrá controlar la criatura y que Massa  tomará acciones de distribución de la riqueza para beneficio de los más débiles. Algo así como un Capitalismo algodonado. 

Fernández sigue siendo el portador de la lapicera, pero es el Presidente y seguramente por lo menos le queda el derecho de veto. La oposición seguirá actuando con la irracionalidad que la caracteriza y difícilmente dejará de destruir y enajenar todo lo que toca. Simplemente porque en su génesis está su propia destrucción. 

Cristina es una líder y una estadista indiscutida,  pero así como se equivocó con Fernández podría hacerlo con Massa. En opinión de éste Columnista, que pasó por muchas Administraciones, todas las medidas fuertes que se tomen, desde ahora y hasta el final del mandato, deberán ser consensuadas por los dirigentes de la coalición. Además tendrán que ser convalidadas con los Gobernadores del Frente y fundamentalmente, explicadas ante la Comunidad Organizada que tendrá que permanecer en estado de movilización permanente. Todo bajo pena de no poder completar el ciclo normal institucional. 

La columna de Álvaro Ruiz Moreno: No hay un salvador milagroso