La salida de Argentina del Grupo de Lima venía siendo anunciada desde el 10 de diciembre de 2019, cuando Alberto Fernández asumió la presidencia. La oposición criticó duramente la decisión diplomática pero lo cierto es que parece haber más pro estadounidenses en Argentina que en Washington.

Las críticas más duras vinieron de los sectores más duros del Partido Republicano como el senador Marco Rubio, que calificó de “preocupante” la salida argentina del bloque. No es muy probable que esto vaya a afectar en demasía la relación en ciernes entre Joe Biden y Fernández, habrá que esperar a que se reúnan en la Cumbre de Líderes contra el Cambio Climático, el próximo 22 de abril. Para el argentino, será una prueba de fuego, dependerá de su muñeca política la posibilidad de fortalecer vínculos con su par estadounidense en un escenario regional falto de liderazgos fuertes.

Por otro lado, la pregunta que muchos se hacen desde hace tiempo es: ¿sirve para algo el Grupo de Lima?

Desde su conformación en agosto de 2017, ¿qué cambio sustancial logró respecto de Venezuela?

Más allá de sus declaraciones o expresiones de deseo, si hay algo en claro es que sus países miembros no aportaron en demasía a más y mejor democracia en el país bolivariano. Les dejo esta pregunta para que reflexionen: ¿Nicolás Maduro está más fuerte o más débil que hace cuatro años?

Si entendemos el “utilitarismo” de un organismo regional como la consecución de sus objetivos en el mediano plazo, entonces, no hay ninguna duda respecto del fracaso político absoluto del Grupo de Lima. El contexto, además, dista mucho de ser aquel del de su formación, con los liderazgos de Trump y Bolsonaro aún fuertes, el MAS en las últimas, y Piñera todavía con poder político, previo al referéndum constitucional. 

Otro frente abierto para el gobierno argentino es la crisis que atraviesa, desde hace ya varios años, el Mercosur. Finalmente, la cumbre para celebrar los 30 años del ente regional fue virtual, debido a la crisis sanitaria que atraviesan los países del bloque, con los sistemas sanitarios brasileños y paraguayos completamente colapsados, más un preocupante aumento de casos en Uruguay y una incipiente segunda ola en Argentina. Estará por verse si las declaraciones se concretan en acuerdos reales y se le da nuevos bríos a un bloque que viene extremadamente debilitado y puesto en crisis por sus mismos miembros, especialmente Brasil, Paraguay y Uruguay. La relación entre Bolsonaro y Fernández, tras algunos tímidos acercamientos gracias a la gestión del embajador Daniel Scioli, no se encuentra, precisamente, en su mejor momento.

Tras la celebración del argentino por la anulación de las condenas a Lula, Bolsonaro publicó algunos tweets con portadas de diarios hablando de crisis en Argentina. Por lo pronto, la región y el mundo se muestran extremadamente preocupados por su (des)manejo de la pandemia. 

El ex presidente brasileño José Sarney, uno de los impulsores originales del bloque junto a Raúl Alfonsín, declaró recientemente, a propósito de los 30 años de la conformación efectiva, que:

“Nuestro ideal era hacer una unión como la de Europa, que fue exitosa porque fue una integración no solo de palabra, sino una integración efectiva, que se fue haciendo por sectores"

Por ahora, esto parece más que lejano, y no hay muchos signos de que vaya a cambiar en el mediano plazo.

Las declaraciones cruzadas entre Fernández y Lacalle Pou, por lo pronto, no ayudaron a mejorar el clima. Habrá que esperar a ver como repercuten en la reunión de Cancilleres, programada para finales de abril.

Si hay algo que podemos aseverar a ciencia cierta en este panorama tan complejo como cambiante e impredecible, es que la integración regional, por lo pronto, no pasa por su mejor momento.