La próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), organizada por el Reino Unido en colaboración con Italia, tendrá lugar en el Scottish Event Campus (SEC) de Glasgow (Reino Unido).

El presidente Alberto Fernández confirmó esta semana su asistencia a esa cumbre que se desarrollará en los primeros días de noviembre. Si todo sale como planea, y como acordó en negociaciones a varias bandas con el Fondo Monetario Internacional, el gobierno de Estados Unidos, la Unión Europea y sus socios en el Frente de Todos, inmediatamente después, unos días antes de las elecciones, la Argentina será el primer país del mundo en anunciar su adhesión a los canjes verdes que el FMI junto al Banco Mundial van a presentar en esa cumbre en Escocia.

En la práctica, eso permitirá anunciar la renegociación exitosa de la deuda de 44 mil millones de dólares que dejó Mauricio Macri en los últimos 18 meses de su presidencia con una condición clave: gracias a la novedosa cláusula que incluye el cuidado del planeta en la ecuación financiera, la Argentina podría optar por un plazo mayor a los 10 años que prevé la normativa actual del Fondo. 

Por ahora son solo trascendidos, que se manejan con enorme reserva, pero en el gobierno creen que ese lapso se podrá hasta triplicar. También se avanzará en otras iniciativas propuestas o respaldadas por Fernández y su ministro de Economía, Martín Guzmán, como la eliminación de las sobretasas que castigan a los países más endeudados.

La extensión del plazo es una condición necesaria para un acuerdo viable con el FMI: la deuda es impagable en los plazos comprometidos. Para cumplir con lo pactado por Macri, Argentina debería desprenderse de 18 mil millones de dólares en 2022 y otros 19 mil millones en 2023.

El acuerdo de facilidades extendidas contempla el recorte de sobretasas y una refinanciación a 10 años sometida a una cláusula pari passu que contemple la posibilidad de adherir automáticamente a un programa más extenso en caso de que se modifiquen los estatutos para permitirlo. 

Sin embargo, creen en el gobierno, al día siguiente de ese acuerdo el riesgo país seguiría por las nubes y las fuentes privadas de financiamiento continuarían cerradas.

Esta sería la causa por la que el Presidente Fernández decidió no tomar la opción que está sobre la mesa, a partir de las negociaciones de Guzmán y los buenos oficios de Sergio Massa en Washington, y que hubiese permitido tener ya cerrado el capítulo Fondo Monetario Internacional. Y por eso, la opción elegida sería avanzar con el “canje verde”. 

La propuesta del FMI y el Banco Mundial 

El FMI y el Banco Mundial ya anticiparon que presentarán una serie de opciones y herramientas en Glasgow, basadas en el concepto de mejorar las condiciones de repago a los países que se comprometan a usar esos excedentes en reconvertir sus matrices productivas a modelos sustentables.

No se trata de una reparación de los países más contaminantes (los de mayor desarrollo y población), a los de ingresos bajos y medios. Se proponen disuadir a esos países de la sobre explotación de recursos contaminantes (en muchos casos la base que sustenta el repago de las deudas) y generar incentivos y margen fiscal para que adopten matrices productivas sostenibles.

Entre las alternativas que estarán sobre la mesa, además de la extensión de plazos, también se destaca otra impulsada por el gobierno argentino: la de constituir un fideicomiso global para financiar la adopción de tecnologías verdes en países en desarrollo, financiado por derechos especiales de giro de países que no los necesitan.

La semana pasada el FMI repartió entre todos sus socios 650 mil millones de dólares en el marco de una recapitalización para hacer frente a los gastos extraordinarios causados por la pandemia. Casi 400 mil millones de ese total, dos de cada tres de esos dólares, fueron a las arcas de países ricos, que no necesitan esa entrada extra de divisas, y podrían redirigirse a otras latitudes.

Lo había anticipado Guzmán

El ministro de Economía, Martín Guzmán, propuso impulsar a nivel global anticipó la idea del gobierno argentino al hablar en un foro del G-20 sobre cambio climático en Venecia (Italia).

El ministro consideró que existe una “deuda que tienen los países que hicieron la mayor contribución al cambio climático, con los demás, por lo que hay que gestionar algunas cuestiones para mejorar las condiciones de financiamiento”. Guzmán señaló: “La transformación productiva para la sustentabilidad ambiental no es sólo una cuestión de desarrollo sino de estabilidad de balanza de pagos”.

El ministro Guzmán con su par ruso durante la reunión en Venecia. Imagen:  argentina.gob.ar
El ministro Guzmán con su par ruso durante la reunión en Venecia. Imagen: argentina.gob.ar

“En las economías más avanzadas, los países tienen más capacidad para abordar la acción climática, pero es posible escribir las reglas de la economía global para mejorar las problemáticas del cambio climático y la desigualdad global”, señaló.

“Existen profundas asimetrías entre los países en cuanto a la capacidad para una transformación productiva sustentable, y si no tomamos acciones se profundizarán”, alertó Guzmán.

También dijo que, en el caso argentino, esas mejores condiciones de financiamiento podrían utilizarse para la “transformación energética, explorar la energía sustentable que tiene el país, ciertamente sería de mucho valor”.