A medidados del año pasado, el nombre de un funcionario de tercera línea pasó a la primera plana de todos los medios a nivel nacional. Se trataba de Federico Basualdo, el subsecretario de Energía de la Nación, al que Martín Guzmán había intentado apartar de su cargo por diferencias con su subordinado respecto a la cuestión tarifaria y los subsidios.

Basualdo resistió en su cargo y, aunque Guzmán dijo hace unos días que el gobierno iba a seguir adelante solo con quienes estuvieran "alineados" al plan económico, se confirmó que el presidente Alberto Fernández compartirá un acto con el subsecretario que responde al kirchnerismo. Será este jueves, cuando el primer mandatario viaje a Vaca Muerta para inaugurar las obras de una obra central para la cuestión energética como es el gasoducto Néstor Kirchner.

Además de Basualdo, estarán presentes el Secretario de Energía, Darío Martínez, y el titular del Enargas, Federico Bernal. Si bien la organización del acto está a cargo de YPF, la presencia conjunta del presidente con estos funcionarios agita el avispero político. Con Martínez, Guzmán desarrolló una buena relación pero en marzo tuvieron una disputa por una carta que el Secretario de Energía le envió al ministro en la que advertía por posibles cortes de gas y luz debido a la falta de fondos. La situación se normalizó rápidamente y el episodio quedó atrás.

Martínez asiste habitualmente a los eventos que tienen que ver con su área. Basualdo, en cambio, no. Su presencia será algo infrecuente.

Este gesto del presidente llega en un momento en el que crecen los rumores de descontentos dentro del albertismo porque el mandatario no adopta una postura más dura con los cercanos a la vicepresidenta. De hecho, en la última semana hubo una ola de rumores de cambios en el gabinete que apuntaban principalmente al área de energía.

Una obra central

La cuestión energética ocupa un lugar preponderante entre las preocupaciones argentinas para el corto y mediano plazo. El gasoducto Néstor Kirchner está prevista en dos etapas: la primera de ellas unirá Tratayen, en Neuquén, con Saliqueló, en el oeste bonaerense. Esto permitirá aumentar la capacidad de transporte de gas en 24 millones de metros cúbicos diarios. Es casi el triple de lo que Argentina viene importando de Bolivia y una cantidad muy superior a los 14 millones de metros cúbicos diarios que el gobierno del país andino garantizó para el próximo invierno en el acuerdo firmado hace algunos días.

La obra, que tendrá un costo de unos 1.500 millones de dólares, será financiada con fondos del Tesoro y con parte del 25% del aporte extraordinario de las grandes fortunas que según dice la norma se debe destinar a obras de exploración, producción y distribución de gas asociadas a proyectos de YPF. Hubo demoras en el inicio de los trabajos debido a retrasos en los envíos de fondos y por detalles técnicos de las licitaciones.

Este gasoducto habilitará el transporte del gas que se produce en Vaca Muerta a la región central, de vital importancia por los grandes centros urbanos y productivos de la industria y el agro. Hoy, las arcas estatales se desangran cada invierno importando gas desde Bolivia para abastecer especialmente al norte del país. El objetivo de máxima es que la obra esté concluida para el invierno de 2023 y evitar la necesidad de importación en esa estación.