Cómo mide la propuesta de dolarización en las últimas encuestas nacionales

Uno de los aciertos de Javier Milei desde que dio su primer batacazo en la elección de medio término de 2021 fue su capacidad para instalar temas en la agenda pública. 

Para eso, contó con la ayuda del sistema de medios opositor al gobierno nacional que lo favoreció, hasta que comenzó a tomar nota de que su figura erosionaba más a Juntos por el Cambio (JXC) que a Unión por la Patria (UP). 

Entonces, comenzó a cuestionarlo, si bien tardíamente, pues el libertario ya había logrado viralizar su posicionamiento en redes sociales. 

Sin dudas, la dolarización ha sido uno de sus aciertos de agenda, más allá de que se trata de una propuesta cuya viabilidad desde el punto de vista técnico le escapa al votante promedio y ni siquiera el equipo de economistas que rodea a Milei tiene una posición consensuada al respecto. 

Sin embargo, eso no fue obstáculo para que el tema ganara pregnancia en la opinión pública. Según una encuesta realizada en mayo pasado por Pulsar.UBA, el 25% de los electores estaba de acuerdo con utilizar el dólar como moneda interna en reemplazo del peso, mientras 71% se mostraba en desacuerdo.

Tanto los votantes de JXC como los de UP mostraban altos niveles de rechazo, mientras que casi el 70% de los votantes de La Libertad Avanza estaban de acuerdo (gráfico arriba). Ese mismo mes, un estudio del Grupo de Opinión Pública (GOP) y Trespuntozero arrojó 40,2% de acuerdo con la dolarización vs 54,4% en desacuerdo (gráfico abajo).

Recientemente, se sumaron mediciones: según una encuesta de Federico González & Asociados (FGA) realizada después de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), la primera minoría electoral obtenida por Milei (casi 30%) parece haber amplificado las actitudes favorables a la dolarización, al punto de que casi 47% votaría a favor de ella en un plebiscito, vs 42,4% en contra; casi 11% votaría en blanco, se muestra indeciso o no votaría (gráfico abajo).

La brecha de 4,6 puntos porcentuales entre esas posturas no resulta estadísticamente significativa, pues el estudio reporta un error muestral de +/5%, pero de mínima perfila una relativa paridad entre ambas alternativas.

Cruzando las actitudes por el voto en las PASO, casi 83% del electorado de UP se muestra en contra, e idéntica actitud tiene el 57% de los votantes de JXC. 

Sin embargo, el 73,2% de los votantes de LLA está a favor (gráfico arriba), una proporción similar al casi 70% que Pulsar.UBA reportó en mayo una variable comparable. Respecto a la anterior medición que FGA realizó también aquel mes, la actitud a favor de dolarizar creció 5,8 pp mientras que la contraria cedió 1,1 pp. Se trata de variaciones estadísticamente no significativas pero, de todos modos, ilustran una tendencia.

Finalmente, la consultora D´Alessio/IROL también midió el tema luego de las PASO, si bien con otra aproximación (gráfico arriba): la mitad de los electores cree que la dolarización no es deseable ni posible, mientras que 19% la considera deseable pero no posible y un cuarto la ve deseable y posible, guarismo que está en el mismo orden de magnitud que el voto obtenido por Milei en las PASO (29,8%). 

Así, el repaso de las últimas encuestas permite concluir que las actitudes a favor de dolarizar muestran un avance, aunque no surge todavía una mayoría nítida a favor de la propuesta.

Por otro lado, aun en caso de que Milei ganara la elección en primera vuelta el próximo 22 de octubre, sería el presidente con mayor debilidad en el Congreso Nacional desde el regreso de la democracia, con apenas 15% de los diputados y 11% de los senadores, según estimaciones de la consultora cordobesa Clave: en su informe, estima que el libertario podría obtener entre 41 y 50 diputados nacionales sobre un total de 257 (gráfico arriba) y 8 senadores nacionales sobre un total de 72 (gráfico abajo).

Ese escenario de debilidad institucional inédito en la historia democrática reciente lo obligaría a negociar con la dirigencia que él llama casta para contar con suficiente consenso legislativo como para lograr que el Congreso sancione los proyectos que requiera para llevar adelante su programa de gobierno, entre ellos, una eventual dolarización.