Los números difícilmente avalen una gestión caracterizada por devaluaciones, aumentos por doquier y una recesión indisimulable.

En ese contexto asume Mauricio Macri su última semana (casi) completa de gestión, hasta llegar al próximo martes 10 de diciembre, cuando se concretará el traspaso de mando. El presidente electo, Alberto Fernández, hace rato espera el momento.

Los tiempos parecen largos no sólo por el triunfo del candidato del Frente de Todos en primera vuelta, sin recurrir al balotaje, a finales de octubre, sino porque los contundentes números de las primarias del 11 de agosto ya vaticinaban el cambio de gestión.

La modificación de signo político demandará, una vez más, reformas estructurales a nivel país, en un contexto de crisis agudizada