Soy muy chismosa, se divierte María Belén Pistone, apoltronada sobre un señorial −y envejecido− sillón de pana, en la recepción de El Cuenco, teatro cooperativo por donde gira su trabajo.

Reímos. La pregunta ha sido por el origen de su locuacidad y soltura para conceptualizar. Si es debido a su paso por la universidad, o anterior.

Mi génesis es la conversación, dice.

Cuando era chica, de paseo por el barrio, en San Francisco, en el este cordobés, se detenía a charlar. Con la gente grande. Un ex intendente, el tendero…

Me encantaba, confiesa.

Junto a la socióloga Julia Bertone, su compañera de banco cuando tenían siete años, hacen una mezcla de ciencias sociales y chisme. A partir de testimonios, sistemáticamente seleccionados, construyen una dramaturgia con la oralidad en el centro de la escena.

Como en ‘Sensación cuarteto’, cuatro relatos de mujeres de cuarteteros, en una primera persona que Belén Pistone ha interpretado durante la Feria del Libro, acompañada por la Lore Jiménez, el histórico acordeonista Daniel Franco y otros músicos de la Mona. Amantes, ex, novias, fans. Y una esposa que sigue siendo socia cuando el músico la abandona por una mucho más joven. No. No es la Juana, le adivina el pensamiento a más de une, Belén Pistone.

Diez entrevistas ella y su socia socióloga (la que sabe de entrevistas, aclara Belén) para componer a esas mujeres. Y otras diez para una obra coral de docentes. A pedido de la UEPC, el sindicato docente, que, les recordó un estudioso de la historia del teatro cordobés, hace 50 años contrató con idéntico fin a la legendaria María Escudero. María iba a las asambleas para imbuirse del espíritu de las trabajadoras de delantal blanco. En otro de sus proyectos, un unipersonal de Ignacio Tamagno, Belén Pistone será María Escudero.

A partir de testimonios, también, aunque documentales, escribió ‘Mi nombre es Eva Duarte’, a la medida de Eva Bianco (somos íntimas amigas. La dirigí en ‘La enamorada’, de Santiago Loza, acota), y éxito de taquilla reciente. El sacerdote y la enfermera que asistieron a Evita en sus últimos días, su hermana Erminda. Voces para actualizar el modo de gestionar figuras históricas. Explica Belén Pistone.

Obteniendo datos...

Testimonios de mujeres en relación al dinero, chefs de alta cocina, jóvenes tecnos, dramaturgas (Daniela Martín, Elisa Gagliano, Soledad González y Eugenia Hadandoiou). No hago teatro para opinar. Me gusta recolectar, dice.

Su gran maestra de narración oral fue Ana María Bovo, de San Francisco, como ella. Compañera de su tía en el colegio. Una beca y a Buenos Aires durante varios meses. Aprendizaje que la marcó a fuego. Y una relación de mucha cercanía, que se mantiene. Tanto como el recuerdo vívido de un libro de entrevista a Darío Fo, que todavía la inspira. Como Fo, aprendí a narrar con los mentirosos de mi pueblo, se ríe.

Tan desbordante como su locuacidad, es su disposición para trabajar. Varias obras en simultáneo, el teatro cooperativo, clases en dos escuelas. El aula es un salto al vacío, se entusiasma. Me aporta muchísimo, me actualiza, me ubica. Los chicos hacen preguntas que yo, en marcha por mi zona de confort, no me haría.

Acerca de El Cuenco, 26 años, desde hace algo más de 10 en una pequeña sala de Alta Córdoba, (a la vuelta de la villa Los Galpones, donde vive Emilio, el histórico cuidador de los autos cuando hay función), Belén Pistone dice orgullosa y riendo, que ella y sus compañeres son re buenos administradores de esa casa propia que funciona con la ayuda del subsidio creado en 1997 por la Ley del Teatro. Pero lo más importante de la ley, es que protege las poéticas federales. Terminó la idea de que para hacer teatro debíamos ir a Buenos Aires, subraya, y asegura: Ley modelo en el mundo, la envidian muchos colegas de otros países.

Casada con un economista, madre de Joaquina y Gaspar. Vive en Río Ceballos. Belén Pistone tiene 39 años. La edad de la democracia en Argentina. Nació el día de las internas en la Unión Cívica Radical que le abrieron el camino a la presidencia a Raúl Alfonsín. En la casa de Belén estuvo Illia, y su padre fue un apasionado dirigente radical. Pero ella resultó peronista. Recontra peronista, suelta la carcajada. Kirchnerista, subraya por las dudas.

Y feminista. A veces, a pesar suyo. Me contratan para dirigir una obra en el Teatro Real, pregunto, cuántas dramaturgas pasaron por acá… No puedo eludirlo. Cuando escribo, me atraviesa, dice y se enciende, como cuando eligió estudiar teatro en la Universidad Nacional de Córdoba: es nuestra responsabilidad, es urgente, que el teatro ayude a pensar el mundo.

Entre el teatro y la abogacía, cuando vio que los abogados son grandes actores, eligió el teatro. Bromea, pero asegura que fue así. Papá abogado, mamá artista visual, un hogar bohemio donde el principal mandato fue, hagan lo que hagan, que sea con gusto.

Así, en el origen de todo lo suyo, está el goce. Para los testimonios... Un primer campo de deseo. Después, acumulamos (ella y su socia la socióloga) acumulamos bibliografía, perdemos la inocencia. Nos vamos hidratando. Hacemos un recorte. Las entrevistas, los audios. Me interesa qué dicen y cómo lo dicen.

El mismo placer de cuando charlaba con un ex intendente, un tendero… en las calles de su infancia.