Hay lugares a los que siempre queremos volver. Nos atraen y cautivan, quizás por la belleza natural que los envuelve. O tal vez despierten en algunos de nosotros emociones y sentimientos por sus historias pasadas, que los impregnan de valor. Lo cierto es que, cualquiera que fuese el motivo, volver nos permite explorarlos de forma más libre, tranquila y sin prisa. También confrontar el recuerdo atesorado con la realidad inapelable. Lo cual siempre es un riesgo.

Regresamos una vez más al Dique Mal Paso, pero esta vez optamos por un viaje más ecológico. Nos permitió disfrutar durante el trayecto, y estar en contacto directo con la naturaleza.  Por tratarse de un destino situado a pocos kilómetros de la ciudad capital, decidimos alistar las bicicletas y pedalear hasta Dumesnil, al lado mismo de La Calera, donde se encuentra el dique.  

De Córdoba al dique Mal Paso

En ese recorrido, nos detuvimos a sacar algunas fotos en los Arcos de Saldan, un acueducto con leves aires romanos, construido con piedra, cal y ladrillos bajo la dirección de Carlos Casaffousth, Juan Bialet Massé y Esteban Dumesnil. Los mismos creadores del viejo Dique San Roque y del propio Mal Paso. Sin dudas, es uno de los enclaves bellos del recorrido. Sorprende por su diseño, y también por su entorno. El acueducto permite que el Canal Maestro Norte supere el arroyo Saldán. Pocos metros aguas abajo, este arroyo que nace en el dique La Quebrada, aporta sus aguas al Suquía, entre formaciones de tosca rojiza. La presencia del acueducto era inequívoca, pues el canal se origina en nuestro destino: Mal Paso. Estábamos pues, ya muy cerca.  

Redescubriendo un lugar extraordinario

Después de haber pedaleado por más de 20 kilómetros, de repente lo tuvimos delante. Vimos aparecer el dique Mal Paso, rebosante de agua, luego de una curva del camino. Fue uno de esos momentos en que lo cotidiano se vuelve mágico, como escribió alguna vez Peteco Carabajal en “Como Pájaros en el Aire”. Era la tercera vez que visitábamos el dique, pero teníamos la misma alegría y entusiasmo de aquella primera vez. Mal Paso es una obra ubicada en un sitio sorprendente, con mucha historia, y siempre tiene algo más por descubrir.  

De Córdoba al dique Mal Paso

¿Por qué se llama Mal Paso? No existen registros concluyentes de por qué́ el dique fue bautizado con este nombre. Quizás tenga que ver con los abruptos caminos y difíciles cruces a los que se enfrentaron los obreros al iniciarse su construcción, allá por 1885.   

El dique tiene la función de derivar una parte de las aguas del río Suquía hacia los dos Canales Maestros. La finalidad de estos canales era abastecer de agua para riego al cinturón verde de Córdoba. Mal Paso y sus canales fueron inaugurados en 1891, al mismo tiempo que el viejo dique San Roque. Integran un sistema integrado de obras hidráulicas, diseñado con gran ingenio.
En aquellas épocas, Córdoba era pionera en materia hidráulica y hacía historia. Por otra parte, su situación se lo exigía: nuestra provincia es semi-árida, y el agua debe administrarse en forma racional para que sea suficiente para toda la población, durante todo el año. Incluso, durante años más secos de lo habitual. 

De Córdoba al dique Mal Paso

De regreso, y siempre pedaleando, tomamos un desvío que nos permitió descubrir otro acueducto, un tramo en el cual esta vez el Canal Maestro Sur se eleva sobre el terreno. Se encuentra en Villa Warcalde y es poco conocido. Sucede que se halla en terrenos que fueron urbanizados en forma privada, de manera que sus esbeltos arcos se encuentran tras gruesos alambrados. No es ninguna novedad en Córdoba que nos veamos privados de acceder al patrimonio de todos. Pues los Canales Maestros, además de ser históricos, son cursos de agua, y por lo tanto, públicos.

A veces, un paseo de domingo en bicicleta, además de permitirnos disfrutar de los espacios abiertos, de la vegetación y de la brisa ribereña, en ese caso del Suquía, nos pone en contacto con algunas huellas de nuestra identidad. Porque el Dique Mal paso, sin dudas, es parte de nuestro ADN tecnológico cordobés. Y ya queremos regresar…