Primero fueron insoportables sus sonrisas, sus voces fuera de cuadro jugando a ser filmados tan inocentes de la atrocidad, sus manos saludando, despidiéndose de aquellos que nunca volvieron a abrazar. Luego la guerra, un oficial a los gritos: ¡Rodríguez!...pero la puta madre… y estruendos, una prenda de ropa que vuela como flameando. Después los testimonios hablan del infierno, cuerpos destrozados, el terror, el hambre, el frío, la tortura. La guerra, es el crimen. 

Más de 20 horas de material de archivo es un lugar desde donde no se puede volver, siendo igual. De la guerra nunca, en la guerra se quedaron para siempre esos pibes sonrientes, no volvieron, incluso los que volvieron.

No hay reparación posible, el "Estado tiene que pedir perdón" era un pensamiento recurrente que tenía al ver las imágenes, no hay reparación posible, pero habría que intentarlo todo.  

Existe un saber colectivo en el recuerdo jamás contado, una especie de sinapsis social que los militares sentenciaron al olvido. Pero lo que se siente desde lo más profundo de la humanidad, no puede olvidarse, a veces un aroma lo trae de vuelta, la espalda de un muchacho en la multitud, la forma en la que ciertos días hace frío. El montaje de Ruge el mar, intenta ser un susurro a la memoria de quién está mirando.

Cuando el proyecto recién iniciaba buscaba un formato que encuentre esos recuerdos perdidos que no fueron filmados, ni narrados, con la esperanza de  que quizás podrían estar mirando del otro lado.

 El montaje del primer capítulo reveló parte de eso. 

-En qué andas Pon? - Me preguntó mi amiga Fio

- En esta - le dije y le mandé el primer capítulo. 

-Ah!, tenés que leer Farocki! -me contestó- desconfiar de las imágenes, leé.

El prólogo es de Georges Didi-Huberman y dice así: 

Ciertamente, no existe una sola imagen que no implique, simultáneamente, miradas, gestos y pensamientos. Dependiendo de la situación, las miradas pueden ser ciegas o penetrantes; los gestos, brutales o delicados; los pensamientos, inadecuados o sublimes. Pero, sea como sea, no existe tal cosa como una imagen que ser pura visión, absoluto pensamiento o simple manipulación. Es especialmente absurdo intentar descalificar algunas imágenes bajo el argumento de que aparentemente han sido "manipuladas". Todas las imágenes del mundo son el resultado de una manipulación, de un esfuerzo voluntario en el que interviene la mano del hombre (incluso cuando esta sea un artefacto mecánico). La cuestión es, más bien, cómo determinar, cada vez, en cada imagen, qué es lo que la mano ha hecho exactamente, cómo lo ha hecho y para qué, con qué propósito tuvo lugar la manipulación. Para bien o para mal, usamos nuestras manos, asestamos golpes o acariciamos, construimos o destruimos, damos o tomamos. Frente a cada imagen, lo que deberíamos preguntarnos es cómo (nos) mira, cómo (nos) piensa y cómo (nos) toca a la vez.

A 40 años de la guerra de Malvinas Cba24n rememora la microserie documental "Ruge el mar”, realizada en 2020, presentando una versión ensayo sobre el archivo documental, en búsqueda de desenterrar viejos recuerdos de la Guerra.

RUGE EL MAR - Malvinas 40 años