El retorno a la provincia de Córdoba para los varados en el exterior por la pandemia, en muchos casos, está lejos de ser grato.

En esta ocasión, Sofía, una joven cordobesa que viajó a México en 2019, contó a Canal 10 la odisea que vivió como repatriada. Cuando en marzo se desata la pandemia en América, se comunica con el consulado argentino en aquel país, y luego de meses de tener pocas noticias, en julio compró por 600 dólares un vuelo para regresar a Ezeiza el 31 de julio. Previamente había tenido la posibilidad de adquirir un pasaje en mayo, en un vuelo que se llenó rápidamente y no pudo comprar.

A las 3 de la mañana de ese día, Sofía salió del aeropuerto de Cancún. "Llego al hotel donde estoy en Córdoba el 1 de agosto a las 9 de la noche, luego de estar dos días viajando, haciendo colas sin tomar agua ni comer bien", inició.

El viaje constó de dos partes. La primera, a cargo del gobierno nacional, es la llegada al aeropuerto de Ezeiza desde el extranjero. "En Ezeiza estuvimos cuatro horas desde que nos bajamos del avión. En el vuelo no nos dieron de comer siendo que el boleto costó carísimo. Si queríamos agua teníamos que ir a pedirla al fondo de la cabina, donde estaba la tripulación de a bordo. Nos dieron unos snacks, unas facturitas y eso fue todo. Había nenes en el avión preguntando cuándo íbamos a comer. Los adultos mayores también tenían hambre y nos dijeron que por protocolo no nos podían dar de comer", aunque según pudo observar este medio, el comprobante de los pasajes aclaraba "incluye desayuno y cena".

De Buenos Aires a Córdoba

Cuando finalmente llegó a la Argentina, Sofía explicó que tras cuatro horas de espera en Ezeiza "nadie nos dijo qué teníamos que hacer los que éramos del interior. Nos organizamos entre nosotros hasta que alguien vino y nos dijo qué colectivo teníamos que tomar, pero que tampoco podíamos salir a comprar agua o comida, ni bajar al baño, por nueve horas. Y así llegamos a la Terminal de Córdoba: cansados, hartos, con hambre y con sed", contó.

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Ya en la órbita del COE Córdoba, Sofía denuncia las condiciones en las que permanece aislada cumpliendo la cuarentena obligatoria de dos semanas. Falta de contención, de información, de higiene y alimentación deficiente son algunas de las cosas que remarcó.

"Desde que llegamos a Córdoba el trato fue aún más hostil. En Ezeiza nos dijeron que no sabíamos qué iban a hacer con nosotros. Pero que en Córdoba no te digan a qué hotel te van a mandar hasta dos horas antes, que te tengan en la Terminal esperando encerrados en una cárcel de cercos y tampoco te digan nada fue demasiado", recordó. 

En algún momento de la espera en la terminal, donde tampoco pudieron comprar comida, al grupo le hicieron hisopados, de los que aún no tienen los resultados. "Cuando nos informaron que nos enviarían a los hoteles hubo muchas personas que no querían, muchos ya tenían sus casas preparadas con alimentos e incluso un chico había pagado cerca de 35 mil pesos por un alquiler para hacer la cuarentena allí y no lo dejaron ir. La misma persona presentó un certificado psiquiátrico y aún así no lo dejaron irse", dijo en entrevista con cba4n.com.ar.

Luego el grupo fue aislado en el hotel Novum, ubicado en calle Salta. Sobre su estadía en el hotel, la joven fue enfática en afirmar que las condiciones no son las mejores. "En el hotel esperamos casi 3 horas más para recibir nuestra primera comida que encima fue escasa. Las habitaciones del hotel son sumamente pequeñas, especialmente para dos personas. El internet no funciona bien, muchos no podemos trabajar y eso nos genera muchos problemas. A muchos no les funciona la calefacción y tienen frío. Otros no podemos abrir la ventana a partir de las 6 (nuestra única conexión con el exterior) porque hay murciélagos que viven en el tapa rollos. También hay excremento de murciélago en nuestra ventana. Otros recibieron las habitaciones sucias y con cosas rotas".

"Hoy nos tocaba cambio de sábanas; nuestra cama es de dos plazas y nos trajeron sábanas de una plaza porque no hay de dos. No podemos salir ni al hall ni al pasillo. No tenemos espacio ni para movernos. Comemos donde trabajamos y trabajamos donde dormimos. No podemos fumar ni beber alcohol. No tenemos heladera ni microondas. Cuando estornudamos el vecino de arriba y de al lado nos gritan ¡Salud! Si queremos tomar agua fría, no podemos. Y si nuestros familiares nos mandan algo frio o perecedero no podemos guardarlo y el personal del hotel no quiere prestarnos su heladera ni traernos hielo", detalló. 

Sofía manifestó que el problema no es concretar el aislamiento, sino que apuntó contra las condiciones en las que se realiza. "Con gusto cumpliría la cuarentena de esta forma si fuera la única forma, pero no lo es. El hecho de que estemos mal y no podamos trabajar no tiene nada que ver con la cuarentena o con la pandemia, tiene que ver con la inoperancia e insensibilidad de nuestros gobernantes", dijo.

Y remarcó que es posible realizarla "de forma segura, controlada y responsable de muchísimas otras formas. El virus no se va porque nos traten como presos a los pocos que llegamos del extranjero, menos cuando ya hay transmisión local. Muchas personas que tienen el virus están en su casa, no entiendo porqué nosotros fuimos estigmatizados y tratados de esta manera", concluyó.