Lautaro tiene 10 años y vive con su familia en Camino San Carlos.

Él extrañaba a sus abuelos, Gladys y Esteban, porque desde el comienzo del aislamiento no los podía ver. Entonces, un día decidió recorrer los 5 kilómetros para llegar a su casa, ubicada en Villa San Carlos.

Gladys contó a Canal 10 que Lautaro aprovechó que su madre dormía la siesta para escaparse y realizar su viaje. Preparó su mochila, útiles escolares, barbijo y alcohol en gel.

Tras caminar por la ruta, Lautaro le tocó el timbre a Cristian, un gomero. 

"Pensé que lo habían mandado algún cliente. Me dijo: 'Llevame a la casa de mi abuelo'", contó Cristian.

Desconcertado ante el pedido, Cristian le preguntó quién era su abuelo y sus padres. Al no reconocer los nombres, llamó a la Policía. "Bueno pero que no me detengan", dijo Lautaro y se quedó en la vereda esperando.

Al poco tiempo la Patrulla Rural Sur llegó a la gomería. Los policías le preguntaron el nombre y a dónde quería ir. Entonces los uniformados se llevaron al niño a la casa de sus abuelos.

"Apenas se bajó del patrullero, me abrazó", contó emocionada Gladys. Esteban expresó: "Ese abrazo es inolvidable porque él lloraba. No tenía palabras para explicarme lo que él hizo. Simplemente quería venirse, vernos y estar un rato con nosotros".

Mientras tanto, la madre de Esteban se percató que su hijo no estaba en la casa y desesperada salió a buscarlo. Por suerte, los padres fueron a la casa de los abuelos y se reencontraron con su hijo.

La travesura preocupó, por un momento, a los padres. Pero los abuelos, entre lágrimas, se emocionaron por el gesto que tuvo su nieto.