Abrimos la canilla y sale agua clara. Si tenemos suerte será potable, e incluso su sabor puede no ser desagradable. Y es que damos por sentada el agua potable. Es una necesidad y un derecho, sin dudas. Usamos muchos litros de agua por día en nuestros baños, nuestras cocinas, nuestros jardines.

Y sin embargo, para que salga en nuestro domicilio, para que se inicie nuestra historia doméstica cotidiana del uso del agua, un larguísimo y elaborado proceso ya se llevó a cabo, sin que lo supiéramos.

En el caso de la parte de la ciudad de Córdoba que se halla al norte del río, el agua pasó previamente por la Planta Potabilizadora Suquía. Esa amplia zona de la ciudad concentra aproximadamente el 65% de su población. La planta potabilizadora se ubica por su parte, entre Córdoba y La Calera, donde termina la zona militar sobre la ruta E55.

El agua que recibe proviene del dique San Roque y conviene repasar brevemente su periplo, que no es breve. Se toma del lago por un conducto que nace muy cerca del embudo del dique, aunque a mayor profundidad. De allí circula entubada hasta la usina San Roque, donde se la utiliza para generar energía mediante las 4 turbinas. Vuelve al cauce del río y se embalsa en el Diquecito, desde donde una parte se separa y se conduce por un canal a cielo abierto primero, y por tubería cerrada después, hasta un depósito en la zona alta de La Calera. De allí desciende un trecho corto hasta la usina La Calera, que hoy no genera energía. Sale a un canal de restitución, y justo desde allí, una nueva toma provista de gruesas rejas la hace ingresar a un par de tuberías subterráneas, que la depositan en el ingreso de la Planta Potabilizadora. A partir de aquí, iremos con más detalle.

Las aguas ingresan a la planta "por gravedad", es decir por el propio peso del agua en un conducto que viene "en bajada" desde las sierras. Allí, se las eleva mediante bombas para impulsarlas a la primera instalación de tratamiento, a la que ingresan previo filtrado en rejas gruesas y finas. Esa primera planta, de muy moderna tecnología, es la de Ozonización. Se le agrega ozono disuelto al agua. Actúa como un poderoso desinfectante y bactericida.

Luego de esa operación inicial de desinfección, el agua pasa a enormes piletones, a los que entra por debajo en forma pulsante. Son las piletas de sedimentación. Las pequeñas partículas sólidas de sedimentos se coagulan en otras más grandes, en un proceso llamado de floculación, ayudadas por ciertos productos químicos. Además se agrega carbón activado como desinfectante.  El agua, ya casi libre de contaminantes macroscópicos, es recogida en pequeños canales superficiales. Esos canales se juntan en una gran canal que conduce, eventualmente, a otros piletones en los cuales se realiza un filtrado por arena. Una vez cumplido ese filtrado, solo un paso resta para que el agua esté lista para ingresar a la red de distribución domiciliaria: el agregado de hipoclorito de sodio. Actúa también como desinfectante, y la idea es que continúe en el agua al menos hasta que la misma ingrese a los tanques domiciliarios de las viviendas, previniendo así nuevas contaminaciones en la propia red y en las conexiones y tanques de las casas. Todo el procesado del agua en la Planta Suquía demora aproximadamente 12 horas.  
 
Para completar, hay que aclarar que los materiales retenidos en las piletas de decantación y filtrado son aspirados y pasan a la planta de barros, donde se separa y compacta la mayor parte del sedimento que se extrajo del agua procesada. Ese sedimento se utiliza como relleno o se vuelve a arrojar al cauce del río.

Los caminos del agua son variados y se ramifican. No debemos olvidar que, luego de su uso en los domicilios, otros sistemas captan las aguas grises y negras. Algún día hablaremos sobre ellos, aunque esos otros caminos del agua no sean precisamente un lecho de rosas.


“Si querés conocer más sobre la Planta Potabilizadora Suquía y los caminos del agua, visitá el sitio de Turismo Científico de la UNC: https://turismociencia.unc.edu.ar”