Los guanacos son mamíferos camélidos que estuvieron presentas en gran parte de la geografía cordobesa. Sin embargo, en el presente estos animales están en peligro crítico de extinción a nivel regional y se encuentran solamente al noroeste de la Provincia, informó UNCIENCIA.

El Instituto de Antropología de Córdoba (Conicet) – Museo de Antropologías (UNC) realizó una investigación sobre las prácticas culturales relativas a las interacciones entre seres humanos y guanacos, su aspecto económico y las percepciones de habitantes autóctonos sobre este animal en el Chaco Árido, Córdoba.

El estudio analizó una colección de huesos de 23 guanacos resultado de las actividades de caza, procesamiento y descarte que tuvieron lugar en un campo emplazado entre las localidades de Piedrita Blanca y El Chacho, al noroeste de Córdoba.

La investigación determinó la importancia del guanaco para los pueblos que habitaron el lugar. El equipo recomienda declarar a los guanacos patrimonio histórico, natural y cultural de la provincia de Córdoba, ya que se encuentran en riesgo de extinción en la región y necesitan una legislación específica que vele por su conservación.

El cementerio Ferrarini

El “Cementerio Ferrarini” fue el principal lugar para el estudio de restos óseos. Es un campo privado ubicado entre Piedrita Blanca y El Chacho, al noroeste de Córdoba.

Se trata de un terreno de 18 mil hectáreas, actualmente dedicado a la ganadería bovina, que colinda al este con la Reserva Arqueológica de Guasapampa, y hacia el sur y suroeste con el recientemente creado Parque Nacional Traslasierra, dos grandes áreas protegidas por la legislación nacional.

En el lugar hay restos de de especies nativas e introducidas, hallados con distintos grados de preservación. En todos los casos, restos de la cacería ilegal practicada entre mediado de la década del ’90 y 2013.

Fotografía gentileza de Jessica Manzano García
Fotografía gentileza de Jessica Manzano García

“Las personas dueñas del campo querían deshacerse de todo lo que era el burro y el guanaco, porque le comían el pasto”, afirmaron varios pobladores de la región a los investigadores.

Estos testimonios apuntan a que el peligro en extinción de los guanacos no se debe a la caza por subsistencia sino a una actividad que tiene como objetivo reducir la población de estos animales.

Las personas consultadas diferenciaron entre dos grupos de cazadores. Por un lado, la “gente de afuera”, a quienes caracterizaban como “cazadores dañinos” o “sin consciencia”. Y por el otro, los “cazadores cazadores”, expresión utilizada para denominar a habitantes locales, hábiles en el arte de la caza, que la practican como una estrategia para complementar su alimentación y el ingreso familiar, además de comprender cuestiones culturales y tradicionales propias del lugar.

“La caza desarraigada ya se estaba afianzando más de cien años atrás, asociada a un largo proceso histórico cuyas raíces pueden rastrearse hasta la llegada de personas provenientes de Europa a la región, en el siglo XVI. Ellas excluyeron la fauna nativa, sustituyéndola por la europea y transformándola en una plaga a ser combatida. Los ‘patrones’ foráneos, incentivando la aniquilación de los guanacos en sus campos, representan un ejemplo actual de esta visión acerca de la fauna autóctona”, cuenta Thiago Costa, integrante del equipo de investigación junto a María Paula Weihmüller y Jessica Manzano-García.

“Quienes practicaban la caza salían con dos o más personas en vehículo, desde donde disparaban a los animales sin muchos reparos en términos de la elección de la presa. Era ‘por deporte, por diversión, por depredar, porque no tienen consciencia de lo que es el guanaco’, señalan nuestros colaboradores y colaboradoras. A partir de nuestro estudio sobre la composición etaria-sexual de la colección de huesos estudiada, pudimos constatar también estas prácticas de cacería ‘sin consciencia’ o ‘dañinas’”, señalan desde el equipo de investigación.

Usos medicinales

Además de la caza de subsistencia realizada por habitantes locales, el estudio rescata otros usos y valoraciones ligados al guanaco en la región: el uso medicinal de la fibra y las patas de guanaco.

“El pelaje suele ser utilizado para el dolor de oído, especialmente infantil, y la forma de uso puede variar. En algunos casos, mencionan la disposición de la fibra sin tratamiento previo. En otros, calentando una porción de la fibra en aceite y posteriormente introduciéndola en el oído afectado”, cuenta Manzano-García.

Zooarqueología políticamente orientada

Para el grupo científico es importante que se incluya a las comunidades y su conocimiento vivencial en los esfuerzos de conservación.

En relación a lo anterior, sus integrantes recuperan la ley de creación de la Reserva Arqueológica Provincial de Guasapampa (Ley N°10308, B.O. 28.10.2015). Esa legislación entiende como bien arqueológico “toda la información medioambiental relacionada con la actividad humana (…) susceptibles de ser investigados con la aplicación de las técnicas propias de la arqueología”, incluyendo los “aspectos intangibles que hacen a formaciones humanas prehispánicas hasta épocas recientes”.

Fotografía gentileza de Jessica Manzano García
Fotografía gentileza de Jessica Manzano García

“En nuestro trabajo concluimos que la cacería practicada por la gente local supone un conocimiento profundo de las especies animales con las que se relacionan, y una preocupación por sus respectivos ciclos de vida y reproducción. Por esto juzgamos pertinente y necesario que la caza de subsistencia practicada por la población local también sea considerada parte del patrimonio inmaterial local”, sostiene Costa.

La ley que regula la cacería comercial y de control de plagas desconoce y prohíbe aspectos de la caza local, como el uso de perros, palos y cuchillos. En paralelo, avala la caza con armas de fuego –que demanda mayores recursos económicos– de ciertas especies introducidas en distintos sectores de la provincia mediterránea.

En lo que respecta al guanaco, ni siquiera reconoce su existencia, al prohibir “en toda época la caza y comercio de animales pelíferos silvestres y de sus pieles y despojos, como nutria, llama”. El enunciado desconoce las diferencias del guanaco con su contraparte doméstica, la llama, hecho que pone en riesgo la conservación de la especie.

“Como suele suceder, las leyes muchas veces desconocen las realidades locales, las prácticas culturales o el impacto que generan en la vida de las personas que no habitan los grandes centros urbanos, desde donde son escritas”, subraya Weihmüller.

Según la investigación, a pesar de la legislación, la caza en esta región del Chaco árido se mantiene aún como un aspecto importante en la vida de sus habitantes, e incluso en muchos casos asegura el abastecimiento de carne para familias enteras.

“Por estas razones, creemos esencial seguir profundizando en esta problemática, para proponer formas en que estas actividades puedan mantenerse en equilibrio con la conservación de la fauna endémica. Una alternativa podría ser la caza de especies introducidas, como el jabalí, medida acompañada por instancias de intercambio de saberes en escuelas y municipios, que permitan a las personas involucrarse en estas decisiones”, explica Costa.