Seis policías que prestaban servicios en la comisaría 10ª de Rosario quedaron en prisión preventiva acusados de haber favorecido a una banda narco que pagó para que dejaran detenidos con evidencia falsa a dos miembros de una banda rival. 

En una extensa audiencia realizada la tarde de este martes en el Centro de Justicia Penal (CJP) el fiscal Federico Rébola los imputó de falsedad ideológica de documento público e incumplimiento de los deberes de funcionario público.

La medida recayó en el comisario supervisor y jefe de la seccional de Darragueira al 1100, Gerardo Malpassi; el subcomisario Sebastián Ojeda; los oficiales Walter Graff y Juan Pablo Sosa; la suboficial Natalia Sánchez y el oficial Héctor Mario Dallia, quien por estos días prestaba servicio en la ciudad de El Trébol. El juez de primera instancia dictó la prisión preventiva por noventa días para cada uno.

Los presuntos delitos de los uniformados quedaron al descubierto cuando dos chicas se presentaron ante el fiscal Rébola, de la unidad que investiga balaceras, y contaron que habían sido forzadas por los policías a realizar una falsa denuncia que había dejado tras las rejas a Tomás Agustín Tomy G., de 19 años, y a Andrés Adrián Pancita R., de 22, integrantes de la denominada banda de “Patri”.

Tomy y Pancita habían sido apresados el 21 de junio al mediodía junto a otros dos jóvenes que recuperaron la libertad un día más tarde. Los fiscales Valeria Haurigot y Pablo Socca les imputaron una serie de balaceras y la jueza María Trinidad Chiabrera les dictó la prisión preventiva por el plazo de 90 días. En contra de los detenidos había testimonios de una joven que dijo haber sido amenazada por una tentativa de homicidio y de otra que se había negado a vender drogas para la banda de Patri y tener relaciones sexuales con uno de sus miembros.

Sin embargo unos 15 días después las víctimas se presentaron en la fiscalía con una abogada para contar la verdad. Dijeron que habían sido amenazadas por integrantes de la banda de Los Pimpis, herederos del asesinado Emanuel “Ema Pimpi” Sandoval, quienes se disputan el narcomenudeo en la jurisdicción de la seccional 10ª. Las jóvenes aseguraron que para mentir en el acta policial, a una de ellas le dieron 50 mil pesos y a la otra drogas.

Al investigar lo ocurrido, el fiscal sostuvo que “dicha maniobra criminal fue concretada a cambio de dinero que la banda de Los Pimpis entregaba regularmente a la comisaría 10ª, siendo ésta la única explicación lógica por la cual funcionarios públicos pudieron haber hecho eso a sabiendas de que acarrearía muy probablemente la detención de personas inocentes”.

El día que cayeron presos, Tomy y Pancita estaban por almorzar con otros dos amigos en avenida Travesía al 300 bis cuando fueron sorprendidos por un operativo policial del que participó un patrullero oficial y otro auto desde el cual un supuesto agente filmó y sacó fotos de los detenidos. Una vez en la comisaría, los uniformados labraron un acta de procedimiento cargada de irregularidades y obligaron a dos jóvenes testigos a firmar la misma con el firme propósito de involucrar a los sospechosos.

En ese sentido, el fiscal adujo que los policías omitieron la participación de los oficiales Dallia y Sosa en el acta de procedimiento y que la misma se hizo porque una de las testigos había sostenido que los detenidos la habían increpado. Ya en el penal, Dallia (cuya presencia no está justificada en el libro de guardia de la seccional ni en otro documento), les sacó fotos a los detenidos con su celular y las reenvió a una persona no identificada recibiendo como respuesta que eran Tomy y Pancita quienes debían quedar presos.

Asimismo Rébola explicó que una de las testigos fue llevada a la comisaría por allegados a Los Pimpis para que declare mientras que la otra chica llegó en compañía de un uniformado que sería Dallia. Y agregó que ambas dieron “declaraciones falsas que incriminaban a los detenidos” y que sus testimonios fueron dictados por este último oficial mientras que la sumariante Sánchez escribía y las muchachas sólo asentían con sus cabezas hasta que terminaron firmando el acta sin posibilidad de negarse.

Un día más tarde, de los cuatro detenidos solo quedaron tras las rejas Tomy y Pancita pero no quedó documentado en el libro de guardia la libertad otorgada a los otros dos. Finalmente los jóvenes acusados con evidencia falsa recuperaron la libertad el viernes pasado, horas después de que se allanara la comisaría 10ª y fueran detenidos los policías.

El hilo de la pesquisa condujo directamente hacia la comisaría 10ª, su cúpula y varios empleados. Y tal como definiera el fiscal, se encontró con una “sociedad entre empleados de la comisaria con los herederos en la calle de Ema Pimpi”. Básicamente, la relación funcionaba a partir de que la banda reclutaba vendedores de drogas y al que se negaba, en la seccional le inventaban una causa y lo llevaban preso.

Fuente: La Capital (Rosario).