El cash flow es un indicador que permite conocer la salud y el manejo cotidiano del dinero de cada persona. La idea es priorizar la cantidad de ingresos por sobre los gastos, para tener conocimiento acerca de la liquidez.

Cabe recordar que cuando hablamos de liquidez nos referimos a dinero disponible o que tan rápido se puede vender un bien para pagar deudas o comprar otros. La liquidez propiamente dicha es el dinero en efectivo, mientras que un plazo fijo, por ejemplo, puede ser un activo de liquidez alta o media. En el otro extremo podemos encontrar un automóvil o un inmueble, ya que los tiempos para vender (y convertir en dinero) para cada uno suelen ser largos.

¿Cómo hacer un seguimiento de mis finanzas?

La mejor forma es hacer un listado de “gastos” y otro de “ingresos” o entradas, aunque pueda resultar algo difícil de hacer de manera cotidiana.

Esto también debe adaptarse al tiempo en que se perciben esos ingresos o se realizan los gastos, es decir, diario, semanal o mensual. Al restar esos gastos o salidas de los ingresos podremos obtener la cantidad de dinero “líquido” disponible.

Sin embargo, puede ocurrir que al hacerlo la cifra sea negativa, algo que seguramente nadie quiere ver. Esto indica que los gastos superan a los ingresos.

De igual manera, esto puede no ser del todo malo ya que, por ejemplo, podríamos descubrir que el déficit proviene de una desmedida cantidad de pedidos de delivery de comida y es una situación fácil de solucionar.

¿Qué es el cash flow?

Un cash flow negativo no es una situación poco frecuente, pero no es algo que se pueda extender mucho en el tiempo, ya que no es sano. En cambio, uno equilibrado en cero muestra una paridad entre las salidas y las entradas.

Lo ideal sería lograr un flujo de caja positivo, o que los ingresos superen a los costos, ya que esto significa disponer de un monto de fondos que se pueden destinar para el ahorro o la inversión.

¿Cómo mejorar el cashflow?

No existe en cuanto a esto un secreto no revelado, sino que se trata de buscar maneras de aumentar los ingresos y/o reducir los gastos. En principio, se puede decir que el proceso de planificación financiera se divide en 4 etapas:

1. Establecer objetivos por orden de prioridad.

2. Definir plazos límites para alcanzar estos objetivos.

3. Identificar metas y crear un presupuesto para cada una (abrir una cuenta de ahorro o crear nuevas fuentes de ingresos, por ejemplo).

4. Medir y controlar las decisiones financieras para no perder el control y la disciplina.

¿Qué es el cash flow?

Un conocido método para crear un presupuesto y controlar las finanzas personales es el llamado 50-30-20, popularizado por la senadora estadounidense Elizabeth Warren. El proceso consiste en categorizar el salario o ingreso en tres partes: necesidades, deseos y ahorros.

Según el método, el 50% del sueldo o de los ingresos deberían destinarse a todo lo necesario para sobrevivir, como por ejemplo: compras del supermercado, alquiler o gastos en salud.

Respecto al 30%, esto quiere decir que ese porcentaje tiene que estar destinado a lo no esencial, como por ejemplo una suscripción a una plataforma de streaming. Todo lo que figura en esta lista son consumos opcionales y son la primera opción de recorte ante cualquier inconveniente.

La última categoría contempla el 20 por ciento de los ingresos y su destino principal es el ahorro. Esto no es solo a nivel financiero, como constituir un plazo fijo, sino también para tener liquidez que incluye un fondo de emergencia en efectivo.

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