Colombia y Uruguay se generaron tanto y sufrieron por demás en el fondo que terminaron entregando un espectáculo poco apto para algún cardíaco. 

Un punto, teniendo en cuenta cómo se dio el desarrollo, cómo estaba la cosa hasta los últimos minutos y que Barranquilla siempre es una parada complicada, que termina sentándole mejor a la Celeste, en este nuevo proceso de Marcelo Bielsa que todavía tiene bastante para ajustar.

Es que en la calurosa y húmeda tarde, el DT argentino recibió por primera vez una alerta importante en la zona defensiva de su esquema: con poca gente destinada a la marca (Ugarte quedó muy solo porque De la Cruz jugó algo más adelantado), cuando el equipo empezó a sentir el cansancio y no dio abasto para presionar, padeció al tridente ofensivo colombiano (Jhon Arias, James Rodríguez y Luis Díaz) que estuvo por detrás de Borré. Encima, los laterales Santiago Arias y Fabra aprovecharon que tanto Pellistri como Brian Rodríguez no son los extremos más aptos para retroceder y dar una mano.

Néstor Lorenzo, a fin de cuentas, podrá irse conforme porque a sus dirigidos solo les faltó la puntada final, encontraron el buen juego característico de otras épocas y James Rodríguez -figura- estuvo en una versión bastante parecida aquel 10 modelo 2014 que jugaba en el Real Madrid.

Ese penal agónico, que empaña un poco la muy buena tarde que había tenido el arquero Vargas y le da un shock importante de confianza a Darwin, coronó un empate que, a fin de cuentas, es merecido. Con seis pases y medio al Mundial, es muy probable que vayan los dos: lo importante es que se van de Barranquilla con una buena base para seguir adelante y ajustar detalles.

Vía Ole.