Las convocatorias abiertas que anualmente realiza la Editorial de la UNC han permitido que en apenas un lustro, un renovado arco de expresiones tiendan nuevos puentes entre la sociedad -frente a la cual el sello ha estado muy atento- y la comunidad universitaria. Posiciones diversas, cuyo denominador común está representado por la honradez intelectual y la vocación de servicio, han enriquecido las seis colecciones con que hoy cuenta nuestra Editorial, multiplicado su producción e incorporando no sólo a nuevas temáticas, sino también nuevos lectores, trascendiendo las fronteras del país y proyectándose definitivamente al mundo entero.

Es en este renovado contexto, llega la obra que tenemos el agrado de prologar. No sólo valiosa por el prestigio académico, literario o periodístico de sus autores, sino por la temática abordada, al retratar una personalidad internacional y su tiempo.
Puede ocurrir en la Universidad que en el sano ejercicio de la crítica, aparezca frente a trabajo como “Hagan Lío” la pregunta: ¿Estamos frente a una obra sobre el papa o sobre la iglesia? Cuando en realidad se trata de un amplio ejercicio analítico de un decurso y un destino, naturalmente sujeto a las perspectivas de los autores, que no tienen por qué ser contrastadas contra alguna postura determinada, cualesquiera ésta fuese, en esos ejercicios cuasi plebiscitarios en los que cierta intelectualidad incurre, no sin consumar un exabrupto.

En la idea de “decurso”, podremos enfocar a la institución eclesiástica en su singular esfuerzo de adaptación en el último siglo y medio de la civilización, avanzando y retrocediendo en un mundo bifronte: entre el progreso y los enfrentamientos que amenazan destruir centenarias construcciones tangibles o intangibles, las abundancias producidas por la ilimitada creación de riqueza y las carencias que la creciente concentración de aquella determinan en millones de personas y sus entornos socio-ambientales, el escepticismo con que la evolución científica cuestiona a los dogmas o relativiza a las confesiones y la esperanza que creer o confiar difuminan en tantos excluidos materiales y espirituales.

En relación al “destino”, la obra permitirá ver más de cerca el recorrido de un hombre nacido en Argentina, Jorge Mario Bergoglio, quien absorbió y compartió por muchas décadas nuestra idiosincrasia, costumbres, pasiones y contradicciones; mientras paralelamente describía, probablemente sin plena conciencia de ello, una trayectoria única e irrepetible -ajena a la órbita nacional-, en la que se encadenan una sucesión de acontecimientos en los cuales la Iglesia, factor de poder global, busca y encuentra a la persona capaz de personificar su dinámica de trascendencia.

En ese cruce de caminos que Jorge Bergoglio y la Santa Sede concretarán definitivamente en 2013, surgen dos conceptos esenciales que le dan fundamento e identidad: el sentido, y la resiliencia. La idea de propósito -el sentido- determina aquella misión que implícitamente admite en su asunción, que como sólo una vez en la larga historia de la institución papal, tenía antecedentes en la dimisión de su antecesor.

En el plano estrictamente institucional, debemos señalar la creación de Scholas Ocurrentis, inspirada en dos proyectos que Bergoglio instauró cuando era Arzobispo de Buenos Aires, las Escuelas de Vecinos y de Hermanas. Scholas es una red educativa de acceso gratuito que tiene como propósito general integrar distintas disciplinas con el fin de fomentar la inclusión social y generar un lugar de encuentro e intercambio de ideas.

La red alienta a compartir iniciativas entre centros educativos de distintos lugares del mundo para favorecer un enriquecimiento mutuo, e intentar desarrollar nuevas propuestas pedagógicas y a su vez realizar encuentros deportivos, científicos y artísticos. Hoy es una entidad ecuménica con líneas directrices: campañas de concientización sobre valores; programas propios para integrar a niños y jóvenes a la comunidad y al mundo; apoyo a proyectos educativos; promoción de vínculos entre escuelas de todo el mundo.

Según datos oficiales previos a la pandemia, aún quedan más de 260 millones de niños sin escolarizar en el mundo, por lo que se está muy lejos de cumplir con unos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en cuanto a lograr la enseñanza primaria universal. Con poco tiempo de implementación, la red cuenta con más de 300.000 escuelas adheridas, distribuidas en más de 30 países, un presente más que alentador. En ese contexto tuvo lugar el 5 de junio de 2020 la creación de la Universidad del Sentido (US), requiriendo el Pontífice a Scholas que funde la institución, tomando “esa mística que le fue regalada y la entreguen gratuitamente, ya que les vino como un regalo”.

En el acta de creación de la institución leemos: “Las tras palabras clave para esta Universidad serán ‘gratuidad, sentido y belleza’. El propio papa Francisco expresa que la US “puede parecer inútil sobre todo hoy en día, sin embargo, de esto que puede parecer inútil depende la humanidad entera y el futuro’”. La iniciativa cuenta en la Argentina con aval de la Secretaría de Políticas Universitarias, pero irá sumando nuevas sedes y subsedes, respetuosas de la legislación de cada Estado. Sus pilares son la formación en valores, la educación para toda la vida, una mirada renovada y equitativa de la economía, y la tutela del entorno ambiental.

La US posee un Consejo de Gobierno Normalizador y quien suscribe, ejerce la función de Rector Normalizador (ad honorem). La UNC le brindó desde su inicio, soporte institucional y académico, hoy multiplicado por la participación de otras Casas de Estudio en el proyecto, adquiriendo el carácter internacional con el cual fue concebida. Una universidad autónoma, pública, no confesional, intercultural y multidisciplinar. Utilizará un sistema de créditos académicos para certificar sus trayectos.

Estas ideas de algún modo están presentes en la perspectiva de los autores sobre el tiempo y la personalidad analizada, planteando que Francisco adopta una forma de comprender las relaciones internacionales hija de su experiencia: partiendo desde la periferia y procurando alcanzar el centro, ilustrando su postura en capítulos concretos de la experiencia del Pontífice en sus ocho años de ejercicio, en especial comentando sus viajes, con muchos capítulos latinoamericanos: Cuba, Ecuador, Colombia, Chile o México.

Los autores enfatizan la dinámica de Francisco y el cambio de políticas del Vaticano, que pasó a colaborar abiertamente con políticas dotadas de “sentido” frente a la pobreza real y su “resiliencia” frente a los grandes temas de actualidad en las sociedades, probablemente recuperando según su óptica la esencia de la doctrina social de la Iglesia (en especial frente al problema de la inmigración). Según Specchia y Fiore Vanni, Francisco encara una vuelta a la “opción por los pobres”, destacando aquello de que la Iglesia según el Papa “no debe ser una ONG” y debe honrar el sendero de institución progresista y moderna señalado por el Concilio Vaticano II quizá encarnando Bergoglio la continuidad de Juan XXIII que el mundo esperó en Juan Pablo I, y no pudo concretarse.

Los autores expresan interés por señalar las continuidades y afinidades “antiliberal” y “anticomunista” entre el “carismático” Juan Pablo II, el “intelectual” Benedicto XVI y el “pastoral” Francisco, proceso en el cual los capítulos se han ido sucediendo, como ya hemos dicho más arriba, expresan una concatenación de sentido y resiliencia que los explica.

La obra sostiene a lo largo de sus capítulos que la faena de Francisco es impulsora de un gran cambio, que puso también sobre la mesa tensiones vigentes en la iglesia; por ello experimenta embates de religiosos conservadores, amenazados por sus esfuerzos para acabar con las tres décadas de su dominio: reforma de la Curia, una política distinta sobre los abusos sexuales de algunos sectores del clero, reestructuración de la administración económica y financiera, renovación del colegio cardenalicio y de algunos episcopados nacionales.

Señalan los autores que el papa reclama un cambio completo en el orden económico-social y critica de manera constante al capitalismo, identificándolo con el afán por el dinero, “culto idólatra, sustituto de la vida eterna”. Según Francisco, “el principal problema ético de este capitalismo es la generación de descartes para después tratar de ocultarlos o de curarlos para que no se vean”.

Dos conceptos son centrales en su abordaje de la desigualdad: primero, la “cultura del descarte” que se refiere a un problema ético del capitalismo (el “descarte” de ciertos sujetos o ciudadanos del sistema); el segundo, la cuestión de centro-márgenes, es un llamado a extender la solidaridad, principio también cristiano, esto es, llevarla a las periferias existenciales y a los más necesitados.

En suma, se trata de una obra sincera, que defiende responsablemente una postura con la cual se puede acordar o no, pero imprescindible para abordar un tiempo y una personalidad que difícilmente reconozca análogos, por lo que resta de esta centuria.

Hugo Juri – Rector de la UNC