“De la pandemia saldremos mejores” se escuchaba decir, al comienzo de la misma, de manera esperanzadora.

Es que en un principio pareció conformarse un consenso colectivo bajo la actuación de un estado que asumía el protagonismo de proteger a los ciudadanos. Luego de cierto acompañamiento en un primer tramo de los acontecimientos, los medios de comunicación comenzaron un giro individualista de mercado en su discurso, trasladando el énfasis de la pandemia global a los daños colaterales económicos de la cuarentena implementada por las autoridades.

Simultáneamente empezó un aluvión de noticias falsas que se extendieron rápidamente a todas las redes sociales

La ola de desinformación fue tal que se generó el término Infodemia para expresarla.

Justo en un momento en el que la obtención de una vacuna contra el coronavirus pasó a ser la única esperanza para frenar una catástrofe sin precedentes y que se estaba cobrando la vida de cientos de miles de personas, comenzaron a proliferar agrupaciones de distintas extracciones que ponían en duda la eficacia de la misma y de cualquier tipo de tratamiento implementado por la medicina tradicional.

Nicolás Viotti, investigador del Conicet y doctor en Antropología y coordinó un trabajo de investigación en la Universidad de San Martín sobre grupos anticientíficos a los que dividió en tres subgrupos: el de los libertarios, que desconfían de instituciones como el Estado; el de los integrismos religiosos, que rechazan un cambio doctrinal; y el de los representantes contemporáneos del new age de los ’60, embanderados en la práctica de  terapias alternativas.

Uno de estos grupos es el de Médicos por la Verdad, que se ha dedicado a desinformar durante la pandemia. Se trata de una organización internacional que nació en Alemania, se fortaleció en España y se expandió por América Latina. Las falsedades que difunden van desde promover falsas curas, llamar a no usar mascarillas y hasta negar la pandemia, por ser parte de un supuesto “plan de dominación global”.

Su referente en Argentina es la Dra. Chinda Brandolino, conocida desde antes de la pandemia por su posicionamiento antivacunas y contra el aborto

Si bien estos grupos son minoritarios, lograron que una parte importante de la población quedase atrapada entre sus discursos que llegan a tener ribetes que delirantes y los tropiezos y contradicciones en los que incurre la ciencia tradicional al comunicar sus avances.

Cierto es que los investigadores que realmente salvan la vida de toda la población, tienen que demostrar cabalmente cada palabra y acción realizada en medio de una situación caótica y a su vez desmontar con hechos cada falacia dicha con absoluta irresponsabilidad por un puñado de personajes que se pasean por todos los medios que le dan cabida y nos bombardean sistemáticamente con todo el arsenal del que se dispone en las redes.

La lucha es despareja.

Actualmente los especialistas están en una carrera contra el tiempo para llegar a tener un gran porcentaje de habitantes inoculados contra el Covid-19 para lograr lo que se conoce como inmunidad de rebaño. De esta manera la circulación del virus baja y hay menos posibilidades de que mute, generando nuevas variantes producidas sobre la base de la variante original.

Los grupos antivacunas y la falsa información que sigue circulando siembra dudas en un sector poblacional importante poniendo en riesgo las campañas de vacunación y la vida de millones de personas.

Documentales como Coronavirus en pocas palabras, en la plataforma de Netflix, intentan llevar luz sobre el tema

Coronavirus : En pocas palabras l Netflix

Hay páginas web como las de CONICET que desmienten las fake news con argumentos científicos.

Es hora de hacer un esfuerzo por informarnos correctamente y tender puentes con los que dudan porque de esta Pandemia tenemos que salir colectivamente.

Pandemias. El virus de la desinformación