De su boca salen conceptos determinantes, fluyen. Y así como puede argumentar cada una de sus decisiones, el hecho de renunciar a la proposición para ser embajadora en Rusia no es la excepción.

La referencia es para Alicia Castro. Y el reciente informe sobre violaciones de Derechos Humanos en Venezuela que construyó el Grupo de Lima y al que adhirió Argentina, fue el punto de quiebre.

Sentenció que "(Michele) Bachelet hizo un informe muy crítico sobre Venezuela", pero "conociendo muy poco Venezuela". Prosiguió remarcando que "incluye las mismas cosas se decían en la época de (el fallecido expresidente Hugo) Chávez para erosionar su Gobierno" y que "en los seis años que viví en Caracas nunca viví nada de lo que dicen".

Dejó en claro que ante tales pruebas no podía estar de acuerdo con la política de Relaciones Exteriores del país, porque “el Grupo de Lima fue creado durante la restauración neoliberal por un grupo de gobiernos de extrema derecha, alentados y financiados por los Estados Unidos" con la contradicción que demanda “desarticular el bloque regional”.

Quien fuera embajadora en el Reino Unido y también en tierras venezolanas adujo en el programa Mirá Quien Habla que "lo ocurrido el 6 de octubre en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, es lamentable".

Y agregó: "Lo primero que nos tenemos que preguntar por qué hay una reunión especial para Venezuela como si no hubiera violaciones en Colombia, El Salvador, Honduras o Chile. Este no es un continente donde podamos sancionar u observar a un sólo país por este tema".

A su juicio, "la política exterior es algo demasiado serio como para que la gente no entienda que de eso va a depender nuestro presente y nuestro futuro".

La no injerencia, clave

La dirigente no dejó de valorar la amplia victoria de Luis Arce, exministro de Economía de Evo Morales, en Bolivia, y de recordar los tiempos de alianzas progresistas.

Los cuestionamientos de Castro tienen como epicentro al Grupo de Lima porque "Argentina tiene una relación de principios muy importante", ya que "hizo escuela con doctrinas de no injerencia de estados, la libre determinación de los pueblos y la igualdad jurídica de los estados".

Y prosiguió: "Lo que digo es que España, Francia, Alemania o Finlandia no tienen por qué decirle a un país de nuestro continente cómo tienen que ser las elecciones. Porque Venezuela no opina que en España no debería tener una monarquía".

Ante la posibilidad de que revea su situación, fue tajante: "No soy de las que se vaya a sentar en la embajada a ver nubes por las ventanas, cobrar el importante sueldo y tener la bonita vida de un embajador. Estaba entusiasmada con Rusia, que tiene una extraordinaria política de relaciones exteriores, y que ayuda pero que no pretende injerencias políticas".