Con más de 23.200 casos confirmados Suecia se ubica en el 22º lugar en el listado de países afectados por el coronavirus.

Tomando como referencia la cantidad de muertos, el país escandinavo es el séptimo del mundo, con 276 por cada millón de habitantes. 

Pese a tales cifras muchos consideran modélicas las medidas dispuestas por el gobierno sueco para enfrentar la pandemia. Sobre todo en momentos en que crece la presión de distintos sectores para levantar las restricciones a la circulación, el trabajo y el comercio. 

Las medidas vigentes en Suecia no contemplan un aislamiento obligatorio, como sucede en muchos países, incluidos sus vecinos en la península escandinava. Las restricciones se reducen a la prohibición de reuniones de más de 50 personas, atención a clientes sentados en bares y restaurantes, y prohibición de visitas a residencias de ancianos.

Para todo lo demás, el Gobierno ha apelado a la confianza y la conciencia cívica de los suecos. La distancia social fue planteada en términos de sugerencia. Barbijos y alcohol en gel no forman parte de las imágenes cotidianas.

Con escuelas, fábricas e instituciones funcionando casi con normalidad, aquella parece la realidad anhelada por tantos. Sin embargo, las consecuencias de la pandemia siguen allí.

"Si bien es cierto que acá no se han empleado métodos coercitivos, sí se han tomado muy en serio las recomendaciones que hay que seguir. Las consecuencias se notan y la gente lo sufre. Hay mucha angustia e incertidumbre, si bien no estamos encerrados", explica a Canal 10 el periodista cordobés Martín Ezpeleta, quien ha vivido en aquel país por más de 24 años.

Las acciones del gobierno sueco contrastan con las aplicadas en los países vecinos, cuyas autoridades se apresuraron a cerrar fronteras. Hoy Dinamarca, Noruega y Finlandia exhiben cifras de contagio y mortalidad sensiblemente inferiores.

"El modelo sueco considera que la situación debe ser sustentable en el tiempo. De nada sirve la cuarentena de un mes si el virus sigue circulando, porque en algún momento tenés que salir. Las escuelas no pueden estar cerradas permanentemente. Lo que se ha puesto en foco es que el sistema de salud no colapse y que se cuide a los grupos de riesgo", precisa el periodista.

"La curva está descendiendo. La primera ola habría pasado, claro que con un precio alto: son más de 2800 muertos frente a casos como Noruega, que registra una décima parte. Pero acá las autoridades repiten que esta no es una carrera de 100 metros, sino una maratón", matiza.

Considerando las variables expuestas, Ezpeleta considera que "es difícil evaluar cuál es la estrategia correcta. La sueca ha generado a corto plazo más sufrimiento, pero al menos mantiene vivo el aparato productivo y se puede sostener en el tiempo. El modelo finlandés y el noruego han sido más duros, pero tendremos que esperar los próximos meses, cuando flexibilicen".