En cualquier buena película o novela de detectives (a veces también en la realidad policial) un axioma básico de la investigación es ver quién se benefició con el crimen ocurrido. Si se aplicase al caso de la invasión rusa de Ucrania no habría dudas sobre quién estuvo detrás del episodio: las compañías petroleras.

Desde fines del mes pasado se vienen dando a conocer los resultados anuales de las industrias y no por esperados dejaron de sorprender los de las empresas de hidrocarburos. Por ejemplo, las norteamericanas Exxon y Chevron, las dos más grandes de Estados Unidos, obtuvieron sus ganancias más altas de la historia en 2022. Registraron una ganancia combinada de 92 mil millones de dólares, más dinero del que nunca hayan ganado las dos compañías.

Se espera que sus colegas europeas informen pronto resultados igualmente elevados. Las ganancias récords tienen una sola explicación: el aumento de los precios del petróleo y el gas el año pasado, que a su vez fueron el resultado de la invasión rusa de Ucrania.

Esas ganancias históricas demuestran que, más allá de los anuncios y declaraciones de gobiernos y empresas con objetivos de reducciones y capturas de gases de efecto invernadero, la economía global sigue dependiendo fuertemente del petróleo y el gas, sin importar los llamados a una acción climática más urgente y la investigación científica, que muestra que el calentamiento global avanza mucho más rápido de lo que se calculaba.

El planeta ya se ha calentado entre 1,1 y 1,2 °C en promedio desde la Revolución Industrial alimentando tormentas destructivas, incendios forestales e inundaciones que se han vuelto notablemente más comunes y letales en los últimos años.

Al alcanzarse 1,5 °C los científicos advierten que una cascada de parámetros climáticos interconectados aumentará aún más la probabilidad de eventos climáticos extremos, con consecuencias catastróficas e irreversibles, que incluyen miles de millones de personas enfrentando escasez crónica de agua y extinciones masivas aceleradas.

El fondo de la cuestión

No se trata solo de las ganancias récords en empresas que destinan ínfimas porciones a planes de sostenibilidad muy discutibles. En paralelo aumentan las acciones de estas empresas, lo que en la práctica quiere decir que el negocio es más atractivo y por ende se invertirá más dinero en nuevas prospecciones, nuevos desarrollos tecnológicos, nuevos pozos y más petróleo y gas disponibles, justo cuando lo razonable sería utilizar ese dinero para desarrollar fuentes alternativas de energía.

Al mismo tiempo, se reaviva el debate sobre qué papel desempeñará la industria de los combustibles fósiles en la transición a la energía limpia y si las grandes petroleras utilizarán sus ganancias inesperadas para acelerar el desarrollo de las energías renovables o para frenarlo.

Las grandes petroleras continúan dedicando la gran mayoría de sus gastos a sus negocios principales y, cada vez más, a devolver utilidades a sus inversores. La última semana de 2022 Chevron anunció que gastaría 75 mil millones de dólares para recomprar sus propias acciones con efecto inmediato en la suba del precio de las acciones, siguiendo el camino marcado por Exxon que invirtió de esa forma sus utilidades de 2021.