El emir de Dubái (Emiratos Árabes Unidos), Mohammed sin Rashid al Maktum (70 años), ordenó el secuestro de dos de sus hijas y lanzó una campaña de intimidación contra su sexta esposa, la princesa Haya de Jordania (45 años), que incluyó amenazas explícitas de muerte. 

Así lo estableció un alto tribunal de familia del Reino Unido al publicarlas conclusiones de un caso iniciado el pasado abril después de que la princesa huyera a Londres. La sentencia amenaza con desestabilizar las relaciones del gobierno británico con un socio fundamental en el Golfo Pérsico.

El magistrado que condujo la causa, Andrew McFarlane, encontró pruebas de que el Jeque atenta “contra el derecho penal de Inglaterra y Gales, el derecho internacional, el derecho marítimo internacional y las normas de derechos humanos internacionalmente aceptadas”.

Haya Bint Hussein, hija del fallecido Hussein de Jordania, escapó a Londres hace diez meses junto a su hija Jalila y su hijo Zayed, de doce y ocho años. A pesar de los intentos del emir de que el Gobierno de la entonces primera ministra, Theresa May, intercediera para facilitar el regreso de su ex esposa y los dos niños a Dubái, Haya pudo permanecer en Londres y entabló un juicio por la custodia de las criaturas. 

Los abogados de Al Maktum han peleado hasta el final para evitar que se hicieran públicas las conclusiones del tribunal, conscientes del impacto que podrían tener para un país que pretende que se ha modernizado. 

Los tribunales de familia del Reino Unido, a diferencia de los penales, impulsan lo que se denomina un juicio de averiguación de hechos, en el que la verdad no se establece más allá de toda duda razonable sino sopesando las probabilidades de que las acusaciones tengan visos de ser ciertas. 

McFarlane considera probado que el emir intentó secuestrar a su ex esposa con un helicóptero para trasladarla a una prisión en medio del desierto; ordenó que se colocara en dos ocasiones una pistola en su dormitorio “apuntando hacia la puerta y con el bloqueo de seguridad desactivado” para amenazarla; la acosó por su relación íntima con uno de sus guardaespaldas; amenazó con arrebatarle a sus hijos y publicó poemas en Internet que le hicieron temer por su integridad.

El documento judicial describe también claramente los secuestros y torturas que sufrieron dos de las hijas del emir, de matrimonios anteriores. La princesa Shamsa fue capturada en medio de la calle en la localidad de Cambridge en el 2000, cuando tenía 19 años, y llevada de vuelta a Dubái. 

Un comando del ejército indio, a petición del emir, asaltó en el océano Índico la embarcación de la princesa Latifa en 2008, cuando también ella pretendía huir de su país. McFarlane considera creíble la versión de la mujer, quien aseguró que había sido sometida a su regreso a “torturas constantes” y mantenida durante largo tiempo confinada a oscuras en soledad.

Fue a principios de 2019 cuando la princesa Haya, quien hasta entonces había defendido la inocencia del emir, comenzó a mostrar interés por el paradero y el estado de las dos mujeres. Según la sentencia, a partir de ese momento su marido inició una serie de amenazas y decidió divorciarse a través de la sharia (la ley musulmana) sin informar a Haya. 

La relación entre ambos, dice el magistrado, comenzó a deteriorarse en 2017 y 2018 “cuando ella se embarcó en una relación adúltera con uno de sus guardaespaldas”. “El efecto acumulativo de todos los episodios descritos colocaron a la madre en una posición de temor que la llevó a concluir que no tenía otra opción que abandonar Dubái con los niños”, asegura la sentencia.

El alto tribunal de familia, cuyo propósito fundamental era decidir la situación legal de los dos menores, arroja además serias dudas sobre la complicidad del Gobierno británico en las actividades del emir, hasta el punto de sugerir que el Ministerio de Exteriores llegó a bloquear la investigación policial sobre la desaparición en Cambridge de una de las hijas. 

Al Maktum no asistió a ninguna de las sesiones del juicio, que ha tenido una alta relevancia mediática durante los últimos meses. Cambió en varias ocasiones su equipo de defensa, mientras que la princesa Haya fue representada en todo momento por Fiona Shackleton, una abogada  conocida como la “magnolia de acero”, quien en su día llevó el caso de Carlos de Inglaterra en su divorcio de Lady Di.

El emir de Dubái es además vicepresidente y primer ministro de Emiratos Árabes Unidos, amigo de Isabel II y un amante de los caballos asiduo de las carreras de Ascot. A través de un comunicado público, ha asegurado que “como jefe de Gobierno no pude participar en la instrucción del caso, que ha concluido con la publicación de unos hechos que solo cuentan una parte de toda la historia”.

El Gobierno británico, que durante todos estos meses ha evitado pronunciarse sobre “un asunto privado”, dio su visto bueno al nombramiento de Haya como jefa adjunta de la misión de la embajada jordana en el Reino Unido, pero rechazó conceder asilo a la princesa.