En un inédito Motu Proprio, el Papa Francisco revocó este viernes "todas las normas, instrucciones, concesiones y costumbres" aprobadas por Juan Pablo II y Benedicto XVI y limitó al máximo las misas tradicionales, dadas en latín y de espaldas al pueblo, según el rito anterior al Concilio Vaticano II.

En un nuevo documento constituye una clara afrenta hacia los sectores ultraconservadores y tradicionalistas de la Iglesia que habían recibido de parte de Benedicto XVI, el actual papa emérito, un guiño al permitirles en “forma extraordinaria” la misa tridentina en latín, sin necesidad de pedirle permiso al obispo para celebrarla.

Trece años después de “Summorum Pontificum” Francisco decidió dar marcha atrás. Después de encargarle a la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) que realizara durante el año pasado una consulta con obispos de todo el mundo, a quienes se les mandó un cuestionario sobre el tema.

De ahora en más, quien quiere celebrar la misa con el antiguo rito en latín deberá ser autorizado por el obispo del lugar, siguiendo las orientaciones de la Santa Sede.

El obispo también deberá controlar que los grupos que siguen ese rito antiguo “no excluyan la validez de la legitimidad de la reforma litúrgica, de los dictados del Vaticano II y del Magisterio de los Sumos Pontífices”, y deberá indicar dónde puede ser celebrada la antigua misa, que de ningún modo podrá realizarse en una iglesia parroquial.

En la carta a los obispos que acompañó el nuevo motu proprio, Francisco dijo que le dolían los “abusos de una parte y de la otra en la celebración de la liturgia”.

“Se trata de un comportamiento que contradice la comunión, alimentando ese impulso a la división. Es para defender la unidad del cuerpo de Cristo que me veo obligado a revocar la facultad concedida por mis predecesores”, explicó Francisco.

La decisión de Francisco, que reafirmó así su fidelidad al Concilio Vaticano II remarca su compromiso con la apertura de la Iglesia al mundo moderno

Fuente: eldiarioes.com / lanacion.com