Los fanáticos de la ciencia ficción lo sabemos de sobra: la ficción anticipa la realidad. 
De Julio Verne a esta parte, la habilidad para contar lo que vendría ha sido un privilegio de la sensibilidad de escritores y, más modernamente, de los cineastas también.

Pero en el registro moderno, los que se dedican a seguir los guiones ficcionales en la vida real ahora son periodistas y comunicadores.

Con bastante ruido se estrenó en diciembre del año pasado “No Miren Para Arriba” (Don’t Look Up), un éxito que se transformó en una de las películas más vistas en la plataforma Netflix.
Un reparto súper estelar para asegurar la audiencia (Meryl Streep, Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence y Cate Blanchett) cuenta una historia surgida probablemente de la reflexión sobre el oscuro período vivido con Trump y el rol que comenzaron a jugar los medios masivos de comunicación y los nuevos estilos comunicacionales de la política.

La trama es relativamente sencilla: Dos astrónomos deconocidos descubren que, en pocos meses, un meteorito destruirá el planeta Tierra. A partir de ese momento, intentan advertir a la humanidad del peligro que se avecina, tarea en la que (¡alerta de spoiler!) fracasan estrepitosamente.

La realidad supera la ficción

La ficción acaba de ser reproducida en la vida real en la cadena inglesa GB News, esta vez con la última ola de calor, que pone sobre el tapete el concepto de “buen clima”: en Londres, brumosa y fría, los días de sol son considerados (igual que aquí) dentro de lo que llamamos “lindo clima” o “nice whethear” en la expresión inglesa.

El meteorólogo John Hammond admitió la semana pasada que el clima era “lindo” en Gran Bretaña, pero advertía a los presentadores de GB News que las temperaturas estaban a punto de subir tanto que debían prepararse para cientos, incluso miles de personas fallecidas.
“Los gráficos que puedo ver frente a mí son aterradores. A todos nos gusta el buen clima, pero este no será un buen clima”, dijo Hammond en una entrevista el 14 de julio, cuatro días antes del récord absoluto de temperatura en Londres. “Este será un clima potencialmente letal durante un par de días. Será breve, pero será brutal”.

En ese punto, la conductora Bev Turner lo interrumpe: “John, quiero que estemos contentos con el clima, no sé qué les ha pasado a los meteorólogos que los vuelva un poco fatalistas”.
En breve la situación se hizo viral con un clip de este segmento editado junto con la secuencia de "Don't Look Up", en la que la astrónoma interpretada por Jennifer Lawrence grita durante un segmento de noticias que un meteorito está a punto de golpear y destruir la Tierra, solo para que la presentadora magistralmente interpretada por Cate Blanchett le diga que están tratando de "mantener las malas noticias en un tono liviano". Las simetrías con el episodio en GB Newa son pasmosas.

Aquí la secuencia completa, editada superponiendo realidad y ficción.

Las predicciones de "No Mires para Arriba" se van haciendo realidad

Turner también comparó la ola de calor con una que ocurrió hace 46 años: “¿No hemos tenido siempre calor, John? ¿No fue el  verano del '76 tan caluroso como éste?
“No”, responde Hammond. Y tiene razón: la temperatura máxima de aquel año en Inglaterra fue 35,9 °C en comparación con los 40,3 a los que se llegó el  último 19 de julio.

La gente menciona 1976 como una forma de descartar el cambio climático, fue un "evento extraño", dijo Hammond. A diferencia de ese caso atípico, Gran Bretaña ahora está “viendo más y más récords, cada vez con más frecuencia y más y más severamente”, dijo durante el segmento de GB News.

La cruda realidad

La predicción de Hammond de un calor brutal se hizo realidad. Desde que apareció en GB News, el Reino Unido y gran parte de Europa han estado “en el horno”. El martes, Gran Bretaña rompió su récord de temperatura más alta y las autoridades describieron la ola de calor como una “emergencia nacional”. Una gran parte de Inglaterra, incluida Londres, estuvo sujeta a la primera advertencia "roja" del país, lo que significa que el calor representaba un peligro incluso para las personas sin complicaciones particulares de salud. 

De hecho, aunque las estadísticas sobre el impacto de la ola de calor demoran algunas semanas en conocerse, no se duda que efectivamente, los fallecimientos serán del orden de las centenas, tal como ocurrió para los mismos días en España y en Portugal, donde el sistema sanitario contabilizó poco más de mil personas fallecidas en cada país.

Algo bueno debe salir de esto

Entrevistado por The Washington Post en conexión con este episodio, John Hammond, el climatólogo del reportaje en GB News, señaló: “Claramente, la noción de miles de muertes en exceso no es comprensible para muchos. Igual que cuando se elige ignorar las aguas de la inundación hasta que golpean nuestra puerta o las hambrunas hasta que los alimentos se acaban debido a la sequía, realmente no 'captamos' la amenaza del cambio climático mientras no nos afecta personalmente”.

En esa entrevista Hammond afirma que espera que su roce con la fama en Internet ayude a cambiar eso.

“Ciertamente se ha iniciado una conversación sobre el lenguaje que usamos y cómo comunicamos la amenaza del clima extremo en nuestros pronósticos”, dijo a The Post. “Eso tiene que ser algo bueno”.