Las empresas y los gobiernos de todo el planeta deben detener el creciente acaparamiento de tierras impulsado por los productos básicos (“commodities”, en la jerga comercial), que está "destrozando" el medio ambiente y desplazando personas, según una investigación que acaba de publicarse.

El aceite de palma y el cobalto presentan el riesgo extremo de que se acaparen tierras para su obtención según un análisis de 170 productos básicos de la firma de investigación Verisk Maplecroft publicada la semana pasada. También advirtió que, junto con el cobalto, otros minerales utilizados para las llamadas “tecnologías limpias", como el silicio, el zinc y el cobre, son de muy alto riesgo.

La investigación muestra que productos como el coco, el ajo, el té y el cacao también presentan un alto riesgo de acaparamiento de tierras.

En 2007, la crisis mundial en los precios de los commodities en general y de los alimentos en particular, provocó una verdadera avalancha de apropiación de tierras, a medida que las empresas intentaban asegurar producción y costos con una perspectiva estratégica.

Un informe de la ONU en septiembre de este año, estableció que las exportaciones de productos básicos en la década siguiente crecieron un 20%, hasta superar los 4300 millones de dólares en 2019. Agregaba el reporte que la economía de más de 100 países dependen de las exportaciones de productos básicos, con aproximadamente dos tercios de los países en desarrollo muy vulnerables a las conmociones económicas, como las bruscas fluctuaciones de los precios de los productos básicos.

Verisk Maplecroft señala que la demanda de tierras para producción estuvo acompañada por el desplazamiento de comunidades indígenas y daños al capital natural - "como el aire y el agua limpios, insectos polinizadores y la calidad del suelo" - cruciales para combatir la crisis climática.

Will Nichols, director de investigación medioambiental de Verisk Maplecroft, dijo que los inversores deberían indagar más en las cadenas de suministro y presionar a las empresas con las que trabajan para que sostengan compromisos contra estas prácticas.

“Se gana mucho dinero destruyendo el medio ambiente en lugar de salvarlo cuando usted es un propietario o alguien que busca invertir en este tipo de industrias y sabe que los gobiernos no se interpondrán en su camino”, Dijo Nichols.

El grupo de campaña Focus on the Global South publicó una carta firmada por 257 organizaciones el martes pasado rechazando las promesas de compensación de carbono de las corporaciones y advirtiendo que iniciativas como la plantación de árboles desplazarán a las poblaciones indígenas para expandir la explotación del suelo para la agricultura industrial.

Indonesia y su similitud con Argentina

Kirtana Chandrasekaran, coordinadora de programas de Amigos de la Tierra, dijo que la agroindustria está impulsando el acaparamiento de tierras.

“Hay una gran conexión. En Indonesia, por ejemplo, hay varios millones de hectáreas que han sido arrebatadas a pequeños productores. A veces producen algo de aceite de palma para su propio consumo, pero el problema es cuando se necesitan superficies enormes para la producción a gran escala para la exportación”, dijo Chandrasekaran.

El caso de Indonesia es paradigmático porque, en paralelo con las denuncias crecientes que muestran como se incendian predios para luego destinarlos a plantaciones de palmas, la industria aceitera local está reclutando agricultores y maestros para luchar contra el sentimiento contra esa actividad.

Cualquier parecido las situaciones creadas con los incendios en Córdoba y Argentina y con la generación de discursos ambientales ambiguos entre la dirigencia política y empresaria, debería atribuirse, exclusivamente, a nuestra inclusión en las generales de la globalización.