Los sobrevivientes llevaban 33 días en la isla desierta de Cayo Anguila, en Bahamas, comiendo cocos, caracoles y ratas.

Una patrulla de la Guardia Costera que vigilaba la zona observó a los náufragos ondeando banderas improvisadas.

Les arrojaron comida, agua y una radio para establecer comunicaciones y, luego, se procedió al rescate en helicópteros.

Según relataron los socorridos, luego de hundirse su barco, nadaron hasta la isla. Los cocos los mantenían hidratados y con la carne de caracoles y ratas les permitió no morir de hambre.

La Guardia Costera estadounidense informó que los ciudadanos cubanos no habían sufrido lesiones graves, pero se les trasladó en avión al Centro Médico Lower Keys para que fueran examinados.