Un estudio realizado por los especialistas en integridad electoral Jack Williams y John Curiel del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) Election Data and Science Lab concluyó que “no hay ninguna evidencia estadística de fraude” en las elecciones presidenciales del pasado octubre en Bolivia, que daban por ganador al ex presidente Evo Morales, forzado a renunciar después de superar en primera vuelta a sus oponentes. 

El MIT es la institución universitaria con más prestigio en el mundo en materia tecnológica, por eso cobra más relevancia el análisis estadístico del proceso.

Los académicos califican las conclusiones del informe publicado por la Organización de Estados Americanos (OEA) el pasado noviembre como “profundamente defectuosas”, según han escrito en un artículo publicado este jueves en The Washington Post y recuerdan que el país latinoamericano se prepara para unas nuevas elecciones el 3 de mayo “luego del golpe de Estado respaldado por el Ejército” el 10 de noviembre.

El documento del organismo regional, que daba cuenta de actas quemadas, redirección de votos a servidores ocultos y nombres duplicados, acusaba que cuando se retomó el conteo tras una suspensión del Sistema de Transmisión de Resultados Preliminares (TREP), los datos mostraban una tendencia "altamente improbable" a favor del candidato del Movimiento al Socialismo (MAS). Sin embargo, la investigación de los especialistas del MIT ha revelado que no parece haber una diferencia “estadísticamente significativa” en el margen entre los resultados de antes y de después del alto en la transmisión.

“En cambio, es muy probable que Morales haya superado el margen de 10 puntos porcentuales en la primera vuelta”, afirman en el Whasington Post. Según la Constitución boliviana, un candidato gana las presidenciales cuando obtiene una mayoría absoluta o el 40% de los votos, con al menos una ventaja de 10 puntos porcentuales sobre el segundo candidato. Si no es el caso, se realiza una segunda vuelta.

El conteo preliminar de los votos se detuvo con cerca del 84% de los votos contados, cuando Morales tenía una ventaja de 7,87 puntos porcentuales, según detalla el estudio. Cuando se reanudó el conteo, el margen de Morales superaba por más de 10 puntos al segundo candidato más votado, el ex presidente Carlos Mesa. 

El informe de la auditoría encargado por la OEA -con el consentimiento de Bolivia- determinó que "una irregularidad en esa escala es un factor determinante en el resultado" a favor de Morales. Además, que las “manipulaciones” e “irregularidades” impedían conocer con certeza el margen entre Morales y Mesa. “Lo que sí es posible afirmar es que ha habido una serie de operaciones dolosas encaminadas a alterar la voluntad expresada en las urnas”, concluyía aquel informe.

“¿Hubo una discontinuidad entre los votos contados antes y después del recuento no oficial? Por supuesto, las discontinuidades pueden ser evidencia de manipulación”, afirman Williams y Curiel, pero con base solo en la “evidencia de las estadísticas” no han encontrado las “anomalías” que acusa la OEA en la tendencia de los votantes. 

Cuando se reveló el resultado con el 95% de las actas escrutadas, la OEA hizo una declaración donde revelaba su preocupación por “el cambio de tendencia”. Una vez contados todos los votos, el resultado le otorgó una ventaja a Morales del 10,6% por sobre Mesa. 

Las protestas en la calle, la sombra de las irregularidades y las presiones de las Fuerzas Armadas, obligaron al presidente boliviano a abandonar el cargo. El líder boliviano ha publicado este jueves el artículo del Post afirmando que la OEA, su presidente Luis Almagro y la comisión encargada de la auditoría de los resultados de las elecciones “le deben muchas explicaciones al pueblo boliviano y al mundo entero”.