En el distópico universo de Matrix, en su batalla contra las computadoras, los seres humanos habían tenido la ocurrencia extrema de bloquear la luz solar para impedir que las máquinas obtengan energía, lo que condujo al colapso del ambiente tal como se conocía.

Morfeo se lo cuenta a Neo durante el proceso de revelación cuando le dice: “no se sabe quién atacó primero, si nosotros o ellos, pero sí sabemos que nosotros arrasamos el cielo”, mientras le muestra un paisaje de aridez lunar y un cielo de nubes amenazantes.

La fantasía de oscurecer el sol, entonces, existe.

Para comenzar, una experiencia

En abril del año pasado, en Baja California, México, Luke Iseman quemó unos gramos de azufre y bombeó el gas resultante en un globo de helio que compró en Amazon. Luego soltó el globo hacia el cielo, dejándolo navegar. Asumía que en la alta atmósfera el globo explotaría y liberaría partículas de dióxido de azufre, reflejando los rayos del sol y consiguiendo que la Tierra se enfríe a escala microscópica.

Luke Iseman hace su "experimento" en Baja California en el último abril. Imagen: makesunsets.com
Luke Iseman hace su "experimento" en Baja California en el último abril. Imagen: makesunsets.com

¿El propósito era efectivamente enfriar el planeta? Definitivamente no, las cantidades eran nimias. ¿Quería realizar mediciones y establecer condiciones para futuros lanzamientos? Tampoco, no contaba con ningún instrumento de medición ni con la preparación básica para hacerlo. 

Más elemental: son los tiempos de la escalvitud del marketing. 
El objetivo deliberado era hacer pública la iniciativa para motorizar el debate sobre la Geoingeniería Solar Estratosférica. De hecho, este movimiento, informado por el MIT Technology Review, para muchos fue un truco sin sentido o definitivamente peligroso. Para otros, marcó el primer acto registrado de geoingeniería solar estratosférica y la impronta de la iniciativa privada en ella.

El método

Se trata de un tipo de ingeniería climática en la que se propone, con diversas técnicas, aumentar la reflexión de la luz del sol, regresando al espacio cantidades significativamente mayores de energía, con lo que se podría limitar y, más aún, revertir el calentamiento global.

Aunque no es un sustituto de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), se estima que podría actuar como una medida temporal para limitar el calentamiento global mientras se avanzan en las medidas que efectivamente reduzcan los GEI en la atmósfera. Los dos métodos más estudiados son la inyección de aerosoles estratosféricos y el blanqueamiento de nubes.

De hecho, el fundamento es un fenómeno existente y medido.​ Después de que el Monte Pinatubo en Filipinas hizo erupción en 1991, enviando 20 millones de toneladas de dióxido de azufre a la atmósfera, las temperaturas globales cayeron poco menos de 1 °C al año siguiente.

El volcán Pinatubo y su erupción de 1991. Imagen: CCO/ flickr.com
El volcán Pinatubo y su erupción de 1991. Imagen: CCO/ flickr.com

Y en la práctica, se especula con que el uso de carbón en la próxima década, aunque siga calentando el planeta, podría tener la “ventaja” de que los productos de su combustión provocan un efecto análogo.

Los modelos climáticos indican que la geoingeniería solar es capaz de acercar las temperaturas globales, regionales y locales a los niveles preindustriales. Las principales ventajas de la geoingeniería solar serían la rapidez con la que podría desplegarse y la reversibilidad de sus efectos climáticos directos.

Las técnicas están fuera del alcance de individuos y pequeños estados. Cualquier plan debería ser ejecutado por naciones con economías fuertes o coaliciones supra nacionales. Detalle importante, al no reducir la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera no soluciona la acidificación de los océanos.

El uso excesivo y/o mal distribuido de la geoingeniería solar, o su terminación repentina, podría generar serios riesgos ambientales. Pueden existir otros impactos negativos no conocidos, ya que se ha realizado poca investigación y se teme, por ejemplo, que los efectos de “enfriamiento” ocurran de modo asimétrico en diferentes regiones, provocando nuevos conflictos regionales.

Antecedentes y cautela

La idea de reflejar la luz solar para frenar el cambio climático existe casi desde que la humanidad comenzó a preocuparse por el calentamiento del planeta. El primer informe sobre el clima entregado a un presidente de Estados Unidos data de 1965, en tiempos de Lyndon B. Johnson;  sugería hacer más brillante la superficie de los océanos. Como siempre, cualquier cosa antes que proponer la disminución en el uso de combustibles fósiles.

Pero la falta de datos sobre los modelos aplicables hace que el mundo científico se maneje con mucho cuidado.

En 2021, las Academias Nacionales de Ciencias de Estados Unidos publicaron un informe en el que recomendaban que la nación "prosiguiera con cautela" la investigación de la geoingeniería solar dada la urgencia del cambio climático y por estos días, la Casa Blanca coordina un plan de investigación de cinco años.

De hecho, un proyecto importante en la Universidad de Harvard para usar globos para probar la liberación de partículas de azufre en la atmósfera está en proceso desde años y su nombre, SCoPEx, deja claro que por ahora se trata solo de un “experimento controlado”: Experimento de Perturbación Controlada de la Atmósfera.

A su vez, el Programa de Geoingeniería de Oxford se ocupó de establecer los “Principios de Oxford para la Geoingeniería”, un conjunto de pautas para la investigación en el campo que incluyen la participación pública, la evaluación independiente de los posibles impactos y más.

Y aunque es poco probable que el experimento de Iseman esté infringiendo alguna ley lo que si es cierto es que se propone confrontar con las normas cuidadosamente establecidas por el mundo científico en torno a una nueva tecnología.

La cuestión de fondo es moral y política: existiendo una herramienta que podría cambiar dramáticamente la cuestión del calentamiento, lo que salvaría millones de vidas y de dólares, ¿es razonable esperar los tiempos de la ciencia o debe comenzar a aplicarse de inmediato?

El debate está servido

Iseman, según el relato que refleja The Washington Post, hizo su experiencia solo, sin consultar a ninguna institución comunitaria, ni a equipos científicos o, elemental, a las autoridades locales en México.

Desde una perspectiva climática, el proyecto es inofensivo. La cantidad de aerosoles que lanzó fue insignificante: la estimación es que ese globo solo dispersó “unos pocos gramos” de SO2. Solo los Estados Unidos liberan aproximadamente 1,8 millones de toneladas de SO2 cada año, de fábricas, centrales eléctricas, automóviles y otras fuentes.

Iseman sabe que individuos aislados no pueden conseguir que este método se aplique a escala significativa pero cree que puede monetizar la idea de que cada individuo contribuya a enfriar el planeta, impulsando la venta de “bonos de enfriamiento”, que podrían competir con todo el menú de bonos de carbono y otros bonos verdes del mercado.

Es el fundador y director ejecutivo de Make Sunsets, una empresa que no solo promete implementar este enfoque innovador ahora, sino también venderlo para obtener ganancias.

La magnitud de la cuestión se comprende con un solo ejemplo: en 2021, los investigadores de SCoPEx planearon unos lanzamientos en Suecia, no para liberar partículas, sino para probar sus instrumentos. Debieron cancelarlos ante la oposición pública de diversos grupos locales, preocupados por la falta de información sobre el tema.

En contrapartida, Iseman argumenta que su trabajo es crítico, dado el estado actual del planeta. “Cada día que no inyectamos dióxido de azufre en la estratósfera tan responsablemente como nos permite el estado de la ciencia y tanto como podemos económicamente, las especies se extinguen innecesariamente y la gente muere”, señala en el referido artículo.

La fantasía de oscurecer el sol ha dejado de ser una fantasía.