¿Con quién pasamos las fiestas? Es una pregunta que todos los años nos hacemos para esta época, pero en este 2020 suena diferente. Tal vez porque no fue un año más, fue el año de la pandemia que nos obligó a mantenernos aislados, distanciados, con barbijos y sin abrazos. En este contexto, las personas mayores ahora tienen que decidir cómo van a pasar Navidad y Año Nuevo.
Leyeron bien, utilicé el verbo “decidir”. Porque de eso se trata también, de respetar su derecho a decidir, su autonomía, la misma que está reconocida en la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores. Así lo establece el artículo 7, reconociendo el Derecho a la independencia y a la autonomía”: “Los Estados Partes en la presente Convención reconocen el derecho de la persona mayor a tomar decisiones, a la definición de su plan de vida, a desarrollar una vida autónoma e independiente, conforme a sus tradiciones y creencias, en igualdad de condiciones y a disponer de mecanismos para poder ejercer sus derechos”. 

Las palabras claves podrían ser: diálogo y respeto. Dialogar para escuchar todas las opiniones. Y acompañando esa escucha el respeto.  Respeto hacia quien desea mantenerse aislado. Respeto para quien quiera reunirse teniendo los cuidados necesarios. Respetar, comprendiendo que las personas mayores no son niños, son personas adultas que ya han transitado gran parte de la vida, capaces de elegir de acuerdo a sus convicciones y creencias. La suma de años no disminuye la capacidad para tomar decisiones, ese concepto es un prejuicio de los tantos que existen sobre la vejez. 

La Sociedad española de Geriatría y Gerontología propone buscar el equilibrio para favorecer los beneficios del contacto familiar, pero de forma segura: el aislamiento y las escasas relaciones sociales tienen "consecuencias graves" en las personas mayores, tanto en su bienestar psicológico como físico, pero, al mismo tiempo, las reuniones familiares y el aumento del número de visitantes en las residencias son prácticas que aumentan el riesgo de contagio del Covid-19 que pueden resultar fatales.
Por su parte, en nuestro país el Ministerio de Salud de la Nación publicó Recomendaciones para minimizar el riesgo de transmisión de COVID-19 durante las celebraciones de navidad y Año Nuevo, en el contexto de la pandemia.
Coincido en que es fundamental cuidarnos entre todos porque todavía no contamos con tratamiento efectivo. Las reuniones se deben dar en el marco de la responsabilidad, cuidados y con números limitados de personas.

Pero también es fundamental ser muy respetuosos, no infantilizar a las personas mayores pensando que no pueden decidir lo que quieren hacer. No menospreciemos la experiencia que traen los años. La experiencia que, muchas veces, se transforma en eso que llamamos sabiduría.  Como me dijo una mujer de 81 años, Leonor Laguna: “Creo que los viejos tenemos derecho a pedir cómo queremos pasarlo ya que somos los más perjudicados en caso de contagio”. 
Hagamos el ejercicio, las hijas, hijos, nietas, nietos, de ponernos en sus lugares, en sus sentires. Seamos capaces de escuchar y comprender, tal vez así, siendo empáticos podamos lograr, parafraseando a Joan Manuel Serrat en su canción, que “llegar a viejo sea todo un progreso, un buen remate, un final con beso”. Y poder celebrar estas fiestas sin atropellar, una vez más, los derechos de la vejez (o las vejeces).