“El Orfeo es una de las mejores arenas de Latinoamérica”, sentenció alguna vez Adrián Dárgelos, cantante de Babasónicos. Un tipo con más de 30 años de escenarios –de todas dimensiones- sobre el lomo.

El estadio cordobés fue diseñado para responder a la necesidad que tenía la ciudad de albergar en un recinto decente la sede del Mundial de Voley de 2002. “El primer día que entré a trabajar con él, Tati (por Euclides Bugliotti) me tiró los planos de Orfeo y me dijo hacete cargo de esto porque así no sirve para el futuro”, me contó hace algunos años para una nota el arquitecto Cristian Augustinoy, quien finalmente lo rediseñó y dirigió la construcción.

Originalmente solo tenía el hueco para el escenario pero solo estaba pensado como una cancha de vóley, no como un estadio multifunción. En el proyecto original no figuraban los retornos de aire acondicionado, un tema muy importante para un recinto que hoy cuenta con ocho equipos de 80 toneladas de frío. Los camarines no tenían ducha. “Te imaginás a Luis Miguel cruzando al vestuario a ducharse”, recordaba con una sonrisa este arquitecto que a los nueve años empezó a estudiar violín y creció entre las bambalinas de Teatro del Libertador (el Rivera Indarte en sus propias palabras), por lo cual sabía muy bien qué necesita un espacio que aspire a albergar a grades figuras del arte, algo que bien sabemos finalmente sucedió.

Solo basta con darse una vuelta por Wikipedia para recordar que por el Orfeo en estos 18 años pasaron Divididos (la banda que lo inauguró antes del Mundial de Voley 2002), Arctic Monkeys, Luis Miguel, Callejeros, Metallica, Guns N' Roses, Gustavo Cerati, León Gieco, Roxette, Charly García, Stone Temple Pilots, Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, La Oreja de Van Gogh, Joe Cocker, Noel Gallagher, Bob Dylan, Black Sabbath, La Fura dels Baus, el Cirque du Soleil, La Camerata Bariloche, Les Luthiers. Y también Rafa Nadal, David Nalbandián, la Generación Dorada de nuestro básquet y hasta las finales de Atenas. A propósito, el artículo de la enciclopedia colaborativa global injustamente no hace referencia al trabajo de Augustinoy para lograr que el Orfeo fuera lo que es.

Seguramente si hoy se construyera contemplaría un sector de palcos privados que se comercializan muy bien entre las empresas, tal como el que dispone el Movistar Arena, inaugurado el año pasado en el barrio porteño de Villa Crespo. Sin embargo el estadio cordobés no tiene mucho más que envidiarle a ese que es 17 años más joven.

“No sé cómo convenció de la Sota al Tati para que invirtiera 11 millones de dólares, que hoy serían más de 20, en la construcción del estadio”, confesaba risueñamente el arquitecto en la charla que mantuvimos para aquella nota en 2015.

Córdoba nunca recuperó el Teatro Comedia. Perdió un valioso centro artístico y social como Cocina de Culturas. Y como si fuera poco la pandemia está provocando la caída de pequeños y medianos espacios culturales como el fuego actúa con las mariposas.

De entre las anaranjadas y vacías butacas del Orfeo se asegura que su sentencia de reemplazo por edificios de departamentos ya está firmada.

Ojalá que no sea cierto. O será que en este 2020 solo podemos perder