“No lo puedo creer, no puede ser. Ayer estuve charlando con él. Es un pibe piola, un buen chico”.

Esto me decía un vecino de Colinas de Velez Sarfield, después de escuchar por Radio Universidad, que Nahuel Gerónimo, un joven jujeño radicado en el barrio, había matado y cortado una pierna a su hermana Norma, de profesión contadora, en el departamento en el que vivían juntos.

Los primeros datos, macabros y propios de una película de terror, shockeaban a todos, más aún a la gente que los conocía. El drama pudo haber sido peor aún, ya que Nahuel de sólo 18 años, habría tenido en mente, también matar a su otra hermana enfermera, quien a poco de llegar de su trabajo advirtió que algo malo había sucedido. Tal vez la haya salvado la fatiga del victimario.

Pero, ¿qué le pasó? La pregunta caía de maduro porque no se le conocían antecedentes de conductas agresivas, brotes esquizofrénicos o broncas familiares no resueltas. Sin embargo, las pericias psicológicas y psiquiátricas demostraron que comprendía la realidad y era consciente de los hechos.

Por lo tanto, Gerónimo será juzgado en la Cámara Sexta del Crimen con una particularidad del Código Penal que sigue generando polémica y discusiones. Entre hermanos no existe el agravante del vínculo, y por lo tanto es imposible que se lo pueda condenar a prisión perpetua. Ocurre que en el ámbito familiar, el homicidio es calificado cuando se produce entre cónyuges o entre padres e hijos. Un asesinato entre hermanos es Homicidio Simple, o sea una pena de entre 8 y 25 años de cárcel, salvo que mediare, por ejemplo, una situación de violencia de género en el caso de una hermana como víctima. Queda claro, entonces, que este joven jujeño se verá beneficiado por lo que hoy dice la Ley sobre esta cuestión.

No pocos abogados penalistas afirman que esta “travesura del Código Penal“ debería al menos ser revisada; si el calificante del vínculo se aplica por el mayor respeto y confianza que supuestamente existe entre dos personas, entonces no es lógico que jurídicamente no exista entre hermanos.

Seguramente esta rémora hunde sus raíces en el mismísimo Génesis cuando los hijos de Adán y Eva protagonizaron un desenlace difícil de asimilar; la locura y los celos de Caín, quien mató a su hermano Abel, para volver luego a sus cultivos.