En la Argentina de hoy cualquier tipo de idea o comentario que no sea completamente amigable con los empresarios más poderosos, es ferozmente atacada por la oposición. El gobierno trata de lograr que los millonarios paguen un poco más de impuestos y está enfocado en la creación de empleo y en mejorar los ingresos de las familias. Esto enloquece a los opositores. Existe una barrera mental, creada por los medios hegemónicos, que hace imposible aceptar ninguna posición política o económica que no sea amigable para los intereses de las multinacionales y los conservadores locales.

Todas las medidas que toma el gobierno, al igual que sus posturas ideológicas, desagradan a las elites económicas. Para los dueños de la riqueza concentrada, todo lo que no sea democracia liberal es inaceptable. Esta es la razón de la lucha neoliberal. Para ellos y sus planes cualquier intento de un gobierno democrático de ampliar derechos es motivo de alerta y peligro. Para ellos sólo valen el individualismo y los derechos de los empresarios. Por eso es tan difícil lograr acuerdos para sancionar leyes que mejorarían las condiciones sociales de los que menos tienen y  que darían mayor justicia para todos y todas.

El mensaje de Cristina tuvo muchos puntos sobresalientes, pero uno me impactó más que el resto. Dijo "este es un Estado estúpido con funcionarios que tienen miedo y no tienen voluntad de cambiar las cosas". Se refería a algunas batallas que no se dan. Creo que aquí está la clave de todo. Que las mayorías populares vivan mejor o que la riqueza se concentre más y más en pocas manos, sólo depende del rol social del Estado. Al Estado-árbitro deben conducirlo los funcionarios electos y designados por la voluntad popular. Hoy tenemos un gobierno popular y nada debería impedirle tener el coraje de dar todas las batallas por la justicia social, aunque algunas se pierdan.

Cuando se está en el ejercicio del gobierno no hay excusas para no gobernar. El Presidente fija el rumbo acordado en el mandato electoral y conduce. En el camino afronta tormentas, esperadas e inesperadas, pero en cualquier caso su obligación es hacerle frente. Todos sus funcionarios deben estar a la altura, cada uno en sus áreas de competencia. Toda la energía del gobierno debe estar coordinada para dar cada paso en el camino. De lo contrario se estaría estafando la voluntad de la mayoría. Argentina eligió un camino que es el mismo que gradualmente va recuperando América latina. Pero este rumbo podría perderse si no se dan todas las contiendas aún las que no se ganen por ahora, porque incluso estás se ganarán en el futuro.

Dar todas las batallas, la columna de Álvaro Ruiz Moreno