La insatisfacción, ansiedad, y el desasosiego aparecen cuando llegando a la cima de la fama, el dinero y el poder el ser humano se siente vacío ¿qué hay en esas cumbres tan anheladas que asusta?

El vacío o angustia existencial según Víctor Frankl, neurólogo y psiquíatra austriaco que sobrevivió a varios campos de concentración, es la falta de sentido de la vida. La principal causa que provoca el vacío existencial es el no saber cuál es la misión en la vida. Me siento vacío, una afirmación que seguramente oímos más veces de la que nos gustaría.

Los síntomas cuando se atraviesa un episodio de vacío o crisis existencial son varios desde una intensa angustia sumada a la incapacidad de visualizar el futuro de manera alentadora. Aparece una vorágine de preguntas. Sensación permanente de que falta algo, nada del todo que se tiene es suficiente. Desmotivación general, aún rodeados de personas, placeres no hay contentamiento en la persona. Un aburrimiento permanente donde nada le satisface. Inseguridad, inclusive hacer cosas produce angustia. Dicha sensación se percibe también físicamente en el pecho o estómago como si fuese un “agujero negro” que se traga todo.

Pérdida del sentido de la responsabilidad y compromiso. Depresión y tristeza.

Estas personas navegan en la búsqueda del placer con el único fin de anestesiar su sufrimiento. En la mayoría de los casos esta situación deriva en una profunda depresión o en conductas

autodestructivas. Es como si en su interior albergaran un denso desierto y se pierde toda capacidad de conectar y sentir a los demás.

El psicoterapeuta Tomy Anatrella lo describe como la búsqueda constante de satisfacer el ego como la causa de esta pérdida del sentido, ya que son acciones egoístas que impiden la capacidad de trascendencia personal. La supremacía de los valores individuales y la obtención del placer como mecanismo-errado- para ser feliz.

De esta forma la persona se aferra a sus deseos individuales y el sentido de las referencias sociales, como la convivencia, la solidaridad o el respeto mutuo entre otros, se diluye.

Se confunde la realidad y los medios para alcanzar la felicidad se convierten en fines en sí mismos. Las emociones placenteras cortoplacistas proporcionan placer, pero no autorrealización. Y como todo placer o egolatría conllevan el peligro de crear esclavitud o adicción. Son personas que no son capaces de integrar sus heridas, incluso puede que ni siquiera las identifiquen, de manera que se ahogan en el sufrimiento y experimentan esa falta de sentido.

¿Qué hacer para encontrar ese sentido?

Frankl hace hincapié en que el camino hacia el sentido por los valores y que la conciencia social que lo revela es un punto de partida, por lo tanto la conexión con el otro es importante para no perder el sentido de la vida, al igual que el mantenimiento de vínculos afectivos siempre y cuando no se ponga toda la responsabilidad de ser feliz en ellos. No se trata de buscar culpables, ni salvadores, sino más bien de adoptar una actitud reflexiva y responsable que nos permita indagar en nuestro interior y por ello tenemos la opción de decidir por que, ante qué o ante quien nos consideramos responsables. Albert Einstein dijo alguna vez: “Intenta no volverte un hombre de éxito, sino convertirte en un hombre de valor.