Con el objetivo de mitigar la propagación del virus, desde hoy el aislamiento social preventivo será obligatorio. En la práctica, y salvo las excepciones publicadas en el Boletín Oficial, más de diez millones de familias permanecerán en casa todo el día, durante más de diez días.

Medidas excepcionales para tiempos excepcionales, dijo el presidente. Un desafío que implica enfrentar la pandemia del COVID 19 tal como se ha decidido y al mismo tiempo enfrentarnos con nuestra capacidad de convivir, de permanecer bajo el mismo techo, como posiblemente no lo hayamos hecho nunca antes.

Conscientes del tan diverso mapa de las relaciones familiares, es posible pensar en algunos temas que no por teorizados están realmente asumidos. ¿Qué pasará con la división sexual del trabajo durante tantos días de confinamiento? En el mejor de los casos permanecerá igual, esto es, serán las mujeres quienes soportarán la carga mental, los quehaceres cotidianos y las tareas de cuidado; las tradicionales y las que se sumen para garantizar la profilaxis. A lavarse las manos, el mantra de las madres ante cada comida, será repetido cada media hora y para todos los miembros de la familia.

No contamos con un tratamiento efectivo contra el virus y por ello el objetivo es mitigar su propagación. Tampoco tenemos recetas infalibles frente a la desigualdad en el sistema sexo-género, pero es una oportunidad de poner sobre la mesa el tema del cuidado como un problema público, que compete a todos los miembros de la familia y al Estado. Se llama corresponsabilidad, asumir una tarea colectiva e indispensable.

El desafío, entonces, es cuidarnos en corresponsabilidad frente a las pandemias. La del coronavirus y la de la desigualdad.