Una defensa racional y respetuosa es la que parece aplicar el presidente Alberto Fernández al hablar de expropiación de la firma santafesina Vicentin.

La Casa Rosada tal vez se apresuró al hablar de un término maldito para el sector agropecuario y la clase media: expropiación.

Este apresuramiento tiene su razón de ser la “presencia de caranchos revoloteando en el ambiente”, según lo argumentó –con alguna que otra sonrisa socarrona en el medio- un secretario de Estado a cba24n.com.ar.

El funcionario se refería nada más y nada menos que a José Luis Manzano, exdirigente político reconvertido en empresario y operador para lo que gusten mandar. Advertido de los problemas de los Vicentin, el mendocino que fue ex ministro del Interior en el primer mandato de Carlos Menem, buscó unl resquicio para tratar de comprar el holding en nombre de una multinacional con base en Europa.

Eso aceleró los pasos, aunque está bastante claro que responderle a Manzano con un proyecto expropiatorio es miel para la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Pero Alberto no quiso ceder espacio y ocupó algunos casilleros clave, como el del interventor de la cerealera, el massista Gabriel Delgado, un productor agropecuario con pasado en el Inta.

Otra cosa que se le puede achacar al ocupante del principal despacho de la Casa Rosada es un error de comunicación. Definitivamente, haber anticipado el proyecto de intervención pareció ser más un mensaje dirigido a la interna del partido gobernante, que una comunicación a la sociedad.

En este punto, también hay temas para contextualizar, como lo es la relación entre el peronismo tradicional y los kirchneristas. “La relación entre (el presidente de la Cámara de Diputados) Sergio Massa y Máximo Kirchner fue y es tirante”, definió una fuente formada en el radicalismo y que ocupa una banca en la cámara baja de la Nación.

Otra de las incógnitas de este complicado proceso es saber si hubo delito en el accionar del Banco Central, al girarle miles de millones de pesos a la empresa, hoy intervenida.

Quien era presidente del Nación, Javier González Fraga, parece ser el hombre en cuestión. Desde su entorno lo defienden de manera enfática. “González Fraga no tiene nada que ver, acá el verdadero responsable es el ex ministro de Economía, Nicolás Dujovne, quien vació al Banco para salvar al gobierno de Macri”.

Está bien, es un argumento novedoso el del vocero de Fraga, aunque es un hecho que al ex mandamás del Banco estatal le será poco menos que una misión imposible salvar la ropa.

La acusación central contra los Vicentin es que triangulaban dinero a través de las firmas de la propia compañía en Uruguay y Paraguay (aquí la sede sólo tiene unos cinco o seis empleados).

Lo que la Justicia investiga es si hubo lavado de dinero, entre otros ilícitos. Acá habrá que ver si no hay funcionarios involucrados y hasta dónde alcanzarían las culpas, si es que se comprueba que hubo dolo.

Esta es una novela que, sin dudas, recién va por los primeros capítulos. Es un hecho que irá mucho más lejos que la pandemia.