El documental histórico "Nosotras también estuvimos", disponible en la plataforma Cine.ar, en el marco de un nuevo aniversario de la Guerra de Malvinas, reproduce las vivencias de tres enfermeras que atendieron a los heridos en Comodoro Rivadavia. Alicia Reynoso, Stella Morales y Ana Masitto cuentan sus propias experiencias, en donde el horror de los recuerdos, el olvido, durante y después del enfrentamiento por parte de las autoridades, y la crudeza del llanto potencian relatos signados en un pasado, pero que aún permanecen intactos en sus mentes. 

En el film se muestra un sitio que, en aquel momento, fue testigo de una gran cantidad de muertos y heridos; y que el tiempo, con el correr de los años, ha dejado su sello. Mientras caminan, las enfermeras señalan, entre otras cosas, el lugar exacto donde se encontraba el hospital, espacio donde desempeñarían la tarea para la que fueron encomendadas: curar a los heridos en guerra. 

Además, entre risas y lágrimas rememoran anécdotas y desnudan testimonios escalofriantes en un vaivén de emociones, que van desde la publicación de una revista, siendo tapa de la misma días antes de la contienda, hasta la descripción detallada de los gritos que provenían de compañeros mutilados, exclamando: ¡“mamá mamá, llamen a mi mamá”!, con un tono que no escucharían nunca más en otro lado. En este y otros ejemplos que las veteranas- se autoproclaman- ilustran, se visibiliza un dolor que traspasa lo físico, pues representa el desamparo absoluto de jóvenes enviados a morir, la hipocresía oficial de la época y todo un pueblo festejando lo que creían era una victoria segura. Un dolor que, como dijimos anteriormente, iría más allá de las múltiples heridas que recibirían adolescentes de 18 años, porque en ese grito, en ese pedido de auxilio, se hallaría el dolor de la desidia. 

Tan solo con 20 años o apenas algunos más, Reynoso, Morales y Masitto debieron afrontar una realidad inimaginable sin preparación psicológica de ningún tipo. Tal es así que en una de las escenas, las enfermeras ingresan al refugio donde se resguardaban y registran con su celular, 37 años después (cabe destacar que fue filmado en 2019), algunas fotos de ese espacio diminuto. Mediante la tecnología, las veteranas del Conflicto del Atlántico Sur capturan imágenes de ese lugar recóndito, lloran, y hasta se dan un lugar para que ingrese el humor; pero jamás, en sus rostros, olvidarán el olor de la sangre y el miedo, la incertidumbre sobre el porvenir de sus vidas y la necesidad imperiosa de un abrazo, extrañando el diálogo con un ser querido. 

Bajo la dirección de Federico Strifezzo, el documental revela angustias que no pudieron ser canalizadas en su debido momento, encerradas en un denominador común de injusticia.