La irrupción del coronavirus en la región se metió por todas las endijas del país. Argentina parecía un país lejano a la endemia pero la situación cambió y hoy vivimos atemorizados.

Esto obligó a modificar también las actividades políticas: hasta la elección del intendente de Río Cuarto –prevista para el 29 de marzo- quedó entrampada en la pandemia que hace que la gente se alborote y, en algunos casos, pierda el sentido común.

Pero la política acomoda el cuerpo y sigue, aunque con otro ritmo. Rápidos de reflejos y conociendo limitaciones ajenas, el schiarettismo mandó a decir que ya tiene todo listo para la interna partidaria si fracasa el acuerdo con el sector de Carlos Caserio, referente de Alberto Fernández, y con el kirchnerismo.

Una fuente cordobesa que a menudo visita las instalaciones del Instituto Patria, la usina cristinista, vaticinó entre sonrisas y sin ninguna dudas que no habrá internas.

“Es que Carlos (Caserio) no tiene capacidad para armar nada y no querrá exponerse a un papelón… habrá acuerdo y un pronto encuentro entre Schiaretti y Alberto”, dijo la fuente sin abandonar la calma.

-¿Ese encuentro será cuando finalmente se vote en Río Cuarto y si gana el actual intendente Juan Manuel Llamosas?

-No, precisó la persona con trayectoria cristinista. Hizo una pausa y espetó: “Será antes”.

Los dirigentes políticos se aferran al valor de las fotos que salen en los diarios, cuyo valor es cada vez más efímero. Sin embargo, las caras sonrientes y los brazos extendidos siempre son festejados por la militancia.

Eso no cambia nada, no achica la inflación, ni hace disminuir el riesgo país. Apenas contribuye a diseñar los esquemas de poder de mediano y largo plazos. Es como las obras de infraestructura que no se ven pero que son indispensables para evitar los desbordes.