El aislamiento obligatorio que el gobierno decretó en todo el país significó, para algunos represores de la última dictadura cívico-militar, una oportunidad, bajo el argumento del riesgo de contagio.

Más allá de las reconocidas críticas al sistema carcelario, a la Justicia el pedido de prisión domiciliaria realizado por Miguel Etchecolatz le pareció demasiado, y finalmente fue denegado.

Los jueces Sabrina Namer, Rodrigo Giménez Uriburu y Guillermo Costabel consideraron de carácter “conjetural” la chance de que el genocida sobre quien pesan 7 condenas a cadena perpetua contraiga el virus que es pandemia mundial: "Hoy no corre riesgos".

El hospital penitenciario central de la cárcel de Ezeiza, donde reside, es el más preparado para hacer frente a inconvenientes de salud que los internos puedan sufrir. De allí su elevado promedio de edad.

Pero el represor Etchecolatz buscó el momento, e hizo la solicitud amparado en su carácter de persona de riesgo. Para los magistrados, la suspensión de las actividades educativas, las limitaciones en las visitas y los ingresos en todos los penales son medidas relevantes.

Los jueces fueron tajantes: “Se asegura la posibilidad de mantener plenamente vigentes los protocolos de prevención de contagio y propagación de la pandemia en cuestión (circunstancia que, vale resaltar, rige al día de la fecha para la totalidad de la población de nuestro país), por lo que la mera invocación por parte de la defensa de encontrarse su pupilo dentro de la población de riesgo no puede constituir un argumento de entidad suficiente como para modificar la modalidad de encierro, al mantenerse su postura en el plano meramente conjetural y no verificarse la materialización del riesgo al que alude que justifique, de momento, acceder a lo peticionado”.