El año 2016 se terminaba en Córdoba, pero también se acabó la vida de Lucas Rudzicz. Tenía 13 años y huía con una motoguadaña que acababa de robarle al sacerdote Mariano Oberlin en barrio Müller.

En el inicio de la paradoja, quien disparó fue el custodio de Oberlin, el policía Martín Murúa, que cumplía tal función porque había recibido amenazas.

Este miércoles, en la Cámara Quinta del Crimen la sentencia para Murúa fue de dos años y será condicional. Los jueces Luis Paoloni, Guillermo Lucero Offredi y Susana Blanc Gerzicich consideraron que, pese a tirarle a un joven que corría de espaldas y portaba un arma que no servía, a más de 63 metros, cometió “una imprudencia”. Como agregado, ya el propio cura no corría riesgo alguno.

Oberlin, que sabe de tratar con jóvenes del sector con inconvenientes fundamentalmente con el narcotráfico, cuestión que puede derivar en la necesidad de robar, señaló poco después que las vidas destruidas fueron tres, incluyéndose a él y su custodia, al que consideró “un amigo”.

Sin embargo, Murúa continuará libre, aunque no podrá portar armas. David Luna, cómplice del robo, se declaró culpable y, en un proceso abreviado, irá a la cárcel tras recibir una condena a cinco años.

En las afueras de Tribunales II, la sentencia no cayó nada bien en la familia del joven asesinado y se registraron incidentes. Entre los apuntados se encontraba el propio Oberlin, quien declaró ampliamente en el juicio.

Se trata, paradójicamente, de la persona cuyo trabajo, generando condiciones con actividades que permitan un atisbo de integración social a jóvenes del sector, como Lucas, es ampliamente valorado en la ciudad de Córdoba.

Ese mismo que sabe lo que significa, además, que alguien pierda la vida o deba pasar un tiempo en prisión.

Robo al padre Oberlin: prisión condicional al custodio y 5 años para el ladrón