
Crisis y mala alimentación: advierten sobre el impacto de los nuevos hábitos en la salud
La nutricionista Luciana Pozzer analizó los resultados del estudio de "Hábitos alimentarios según los ingresos en la Argentina", realizado por el Centro de Almaceneros de Córdoba y los calificó de "trágicos". La reducción de ingestas en los hogares más carenciados provocará diversas enfermedades, como osteopenia u osteoporosis. En los niños, además se afectará el desarrollo del lenguaje y aprendizaje.
El ultimo informe de Hábitos alimentarios de la población argentina del Centro de Almaceneros de Córdoba, reveló una cruel realidad: en los hogares más pobres, el 70% de los ingresos se van para la comida y sólo el 14% de los adultos cenan.
El estudio se dividió en seis grupos, según sus ingresos, desde los 60 mil pesos por mes, hasta los 160 mil.
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En los hogares más carenciados, la situación es alarmante: el 82% de los adultos no desayuna (sólo bebe infusiones), el 42% no almuerza, el 74% no merienda y el 86% no cena. La prioridad de comida se la dan a los niños del grupo familiar.
Pero estos últimos también están gravemente afectados: el 73% de los niños no desayuna, el 36% no almuerza, el 79% no merienda y el 58% no cena.
Cba24n consultó con la licenciada Luciana Pozzer, nutricionista MP: 2119, que analizó el impacto de la crisis en la salud.
“Los resultados dan mucho miedo a nivel nutricional por la disminución en la capacidad de compra que se puede evidenciar desde hace varios años, no sólo por la elección de segundas marcas sino la suplantación de proteínas, (como huevo, leche, carnes de todo tipo), por carbohidratos”, expresó.
Respecto a estos últimos, la especialista hace una salvedad: “No son un mayor problema, el tema es qué tipo de carbohidratos estamos seleccionando, porque son carbohidratos simples, harinas refinadas, de baja calidad nutricional”.
Respecto a la reducción de ingestas, sostuvo: “Desde el 2021 se viene evidenciando. Esto es lo más dramático que viene pasando. Esto nos lleva a encontrar una disminución en la variedad y calidad de alimentos que consumimos, porque no compramos lo que queremos, sino lo que podemos”.
“La principal fuente de calcio es la leche fluida y por el aumento del costo, ha bajado su consumo. Para lo que nos alcanza es carnes con mucho hueso, como alitas de pollo o carnes con mucha grasa, harinas refinadas, azúcar, aceite mezcla, caldo (que es un cubito de grasa con mucho sodio y mucha sal)”, prosiguió.
Para Pozzer, una buena alimentación incluye frutas, verduras, legumbres, proteínas, frutos secos y la carencia de estas ingestas, genera una “desnutrición oculta” en todos los grupos etarios.
“Son trágicos los resultados de este informe. Nos encontramos con una población con exceso de peso, pero con déficit vitamínico y mineral”, manifestó.
Estas carencias nutricionales pueden generar el desarrollo de distintas enfermedades. En los adultos, osteopenia y osteoporosis. En los niños, es más cruel el impacto, ya que producirá disminución del crecimiento y del desarrollo del lenguaje y del aprendizaje.
La nutricionista advirtió, en la población en general, la falta de educación en materia alimentaria de la población (pese a la carencia de recursos): “El consumo de legumbres (dentro de los carbohidratos) o del hígado (dentro de las proteínas) ni aparecen, siendo alimentos de acceso más fácil y muy nutritivos".
“Por ejemplo, en lugar de consumir cargos concentrados podríamos tirar semillas para tener perejil y orégano, que crecen fácilmente, para condimentar nuestras sopas y guisos en lugar de usar cubitos llenos de grasa y sal agregada”, concluyó.