El silbido se apaga. Fueron dos segundos de estridencia, suficientes para imponerse al bullicio. El niño ahora sonríe, parece ensimismarse, busca asiento junto a sus pares. A varios metros una niña se aleja. 

Un silencio extraño se extiende y actúa como aglutinante de los casi 30 adolescentes que están acomodando en una galería. Las miradas se cruzan hasta llegar a la docente que, minutos antes, ha invitado a continuar con las clases en el exterior.

Ella registra las miradas, percibe una situación distinta en el ambiente. Espera unos segundos y pregunta: " ¿Qué opinan de lo que ha pasado?" Susurros, apenas. La invitación se refuerza: Chicas, ¿ustedes se sienten cómodas si les silban? 

Un par de tímidas respuestas hasta que la charla toma volumen. El silbador alega haber hecho un simple reconocimiento de la belleza. Compañeros acuerdan que es algo común en distintos ambientes. El debate no agota las respuestas pero siembra curiosidades.

Días después, aquel chico habrá de contar, ante la misma clase, que tuvo presente lo hablado cuando cruzó con otra bella adolescente mientras caminaba por su barrio.
 

—Yo dejé de tomar el colectivo. Me vengo caminando.

- ¿Sola? ¿Tanto trecho sola?

- Un rato me acompaña mi mamá. Son muchas cuadras pero no soporto que me toquen tanto en el colectivo.

- ¿Qué clase de toques?

—El pelo. Roces. Me apoyan...

La admisión no sorprende a las compañeras de la nena. Muchas fueron objeto de alguna acción denigrante en el transporte público, desde escuchar groserías hasta contactos físicos innecesarios. Finalmente encuentran un espacio para decirlo. 

“¿Cómo podemos hacer? ¿Qué se les ocurre que podamos hacer desde acá?”, pregunta la maestra al promediar una jornada específicamente destinada a la violencia de género.

No hay respuestas precisas de antemano. Chicas y chicos comenzarán a articular acciones de cuidado mutuo en las horas de ingreso y egreso al colegio.

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“¿Cuántas calles con nombres de mujeres hay en sus barrios? ¿Cuántas calles con nombres de mujeres conocidas? ¿Y con nombres de hombres? ¿Por qué creen que pasa eso?Entre cada pregunta se extiende un silencio. Es casi corpóreo. Pero no alienta respuestas exactas. Sirve de punto de apoyo para la duda.

Una semana antes de un ejercicio similar ha derivado en reflexiones sobre la disparidad entre las remuneraciones salariales de hombres y mujeres. Luego, sobre la dificultad de ellas para alcanzar puestos gerenciales en determinadas organizaciones.

En sólo una semana alguien traerá una respuesta que dispara la charla: “Hay más calles con nombre Juan que con nombres de mujer”.

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Las situaciones descritas ocurrieron en los últimos años en establecimientos educativos de la ciudad de Córdoba y el Gran Córdoba. Son sólo algunas de las múltiples experiencias que promueve el abordaje de la Educación Sexual Integral. 

Abordaje como concepto y como práctica, a partir de situaciones cotidianas los docentes y alumnos comenzarán a analizar los basamentos culturales de lo que en la superficie se manifiesta como corriente o tradicional. Detrás de cada acción o palabra discriminatoria se entrecruzan otras formas de rechazo por un otro.

Cada una de esas experiencias ha permitido la visibilización de desigualdades que sufren diariamente: acoso oral, hostigamiento, acoso sexual, disparidad de género, ataques a la soberanía del propio cuerpo.

LA ESI plantea cinco ejes para trabajar.
LA ESI plantea cinco ejes para trabajar.

Ejes y continuidad

Estas vivencias entre alumnos y docentes se articularon en torno a los cinco ejes de la Educación Sexual Integral: reconocer y trabajar con perspectiva de género; asumir y respetar la diversidad; valorar la afectividad; ejercer derechos; cuidar el cuerpo.

“El de las calles fue un ejercicio que enfocarnos en la invisibilización de la mujer. También nos habilitó a reflexionar sobre los estereotipos de género y la discriminación ”, reflexiona Lucía Nieva, docente nivel de medio y superior.

“La ESI no está planteada como un contenido específico o como cátedra. Propone un abordaje integral, afecta a cada momento de nuestra vida cotidiana. Incluso propone salir de tanta formalidad y atender el registro de las emociones ”, explica Silvia Marchetti , secretaria de Género y Derechos Humanos de la UEPC.

“Es un proceso transversal, integrador, no un espacio curricular. El plan es necesariamente interdisciplinario. Y cada experiencia ayuda a entender cuestiones que antes se pensaban por fuera de la escolaridad ”, amplía Samanta Levet, docente de nivel medio y superior.

Por ende, cada abordaje se extiende más allá del aula. “Afecta a toda la comunidad educativa, no sólo a los estudiantes. La familia es muy importante, aunque a veces topemos con alguna resistencia”, retoma Marchetti.

“Muchas veces nos encontramos con situaciones que las alumnas no se animan a plantear en el ámbito familiar. Chicas que llegan llorando porque se pelearon con sus novios o por las cosas que les dicen sobre sus cuerpos ”, ilustra Silvina Gómez, quien concentra su mayor carga horaria en un establecimiento del Gran Córdoba.

Claro que no todas han sido vivencias positivas. Aunque sin datos oficiales, los docentes consultados ratifican que desde la implementación de la ESI cada vez más niños reconocen situaciones de abuso sexual. Una necesaria ruptura del silencio combina con mayor conocimiento sobre el propio cuerpo y su soberanía.

“Me han referido varios casos, de distintas edades y géneros. Para ellos se sigue un protocolo adecuado. Por supuesto que está coordinado con la Justicia Lo importante es que durante todo el proceso el niño cuente con apoyo y contención”, remarca Samanta.

Hace sólo dos años, ante una presentación de la Comisión Federal de Abogados Pro vida el Ministerio de Educación de Córdoba ratificó el cumplimiento de la Ley.
Hace sólo dos años, ante una presentación de la Comisión Federal de Abogados Pro vida el Ministerio de Educación de Córdoba ratificó el cumplimiento de la Ley.

Resistencia

Hace sólo dos años, ante una presentación de la Comisión Federal de Abogados Pro vida Seccional Córdoba el Ministerio de Educación de Córdoba ratificó el cumplimiento de la Ley de Educación Sexual Integral en todo el territorio provincial. Desde antes aún la misma cartera ha impulsado diversas actividades y formación en torno a ella. 

Sin embargo su implementación sigue encontrando resistencias. 

Muchos ubican a distintos colegios confesionales como los principales adversarios para la aplicación de la ley. Fuera de micrófono algunos docentes evocan llamados recibidos por autoridades. Otras señalan a instituciones que son célebres por sus maniobras.

Una particular interpretación del artículo 5 de la norma les sirve como reparo: Cada comunidad educativa incluirá en el proceso de elaboración de su proyecto institucional la adaptación de las propuestas a su realidad sociocultural, en el marco del respeto a su ideario institucional ya las convicciones de sus miembros.

“Eso genera preguntas. Al plantear la convicción de sus miembros está dando una manito a que cualquier escuela defina qué va a entender por sexualidad. La moralidad tiene que ver con la religiosidad ”, agrega Romina Molina , docente e investigadora 

Las presiones suelen plasmarse en reclamos enviados por padres “preocupados” por los conceptos que reciben sus hijos. Desde el famoso hashtag #ConMisHijosNo hasta presentaciones formales ante las autoridades, las quejas suelen traslucir un profundo desconocimiento del modo en que se trabaja y se articula la ESI. 

Pero el desconocimiento no parece exclusivo de padres y tutores. Las competencias de cada docente para enfocar e impartir ESI quedan en el centro de la escena. No sólo porque no es obligatoria la participación para todos los educadores: muchos ni siquiera prestan atención a la existencia de la ley. 

“No saben lo que dice la ley. Suelo pedirles a compañeras que debatamos para aunar criterios y actividades. Si un docente sabe cómo es la ley va a saber implementarla, por más que el Estado no ayude como correspondencia. Porque nos falta capacitación, recursos. Incluso es necesaria más visibilidad de la ley ante la comunidad ”, afirma Cristina Paredes, docente de nivel primario. 

“Cada uno afronta la ESI con sus concepciones y prejuicios. Por eso es indispensable la capacitación. Muchas veces el eslabón crítico no es la familia, sino los docentes. Afrontamos un desafío intelectual ante los chicos y la diversidad que irrumpe por sí misma. Para abordar situaciones complejas no sólo hay que ser creativo ”, explica Marchetti.

“Estamos en permanente deconstrucción. El proceso es lento y requiere capacitación constante. La resistencia más fuerte se cristaliza en la falta de capacitación docente. La ESI es también un espacio de formación para nosotras ”, añade Lucía.

“Los docentes debemos pensar que a la ESI no sólo la abordo para dar clase a un tercero, para el niño. Tengo que tener en cuenta que la ESI también me aborda a mí”, sintetiza Alejandra Cantero, dirección de una escuela ubicada al sur de la capital provincial. 

Intimidad y pandemia

A las dificultades para el avance con el plan de educación sexual integral el 2020 sumó la peor pandemia de la historia moderna. El aislamiento a que ha obligado la emergencia sanitaria forzó a incorporar, de modo apresurado, la virtualidad tan preanunciada.

Si la experiencia áulica suponía afrontar diversidades, la condición remota, con una imprecisa delimitación entre espacio público y privado, propuso una dinámica mucho menos propicia para la exposición de algunos temas.

“Se perdió cierta intimidad del aula. Intimidad en cuanto a que es un espacio de los estudiantes. Tuvimos que adoptar cierta mesura a la hora de brindar los contenidos. Incluso evitar abordajes que requieren otro entorno”, evoca Lucía.

Una mirada intrusa, ajena al aula, supuso también alguna modalidad de control sobre los docentes. Distintos ejemplos dan cuenta de la irrupción de padres o hermanos, en plena videollamada, ante lo que consideraban errores en la tarea docente. 

“El entorno virtual no es tan contenedor. Los chicos no están rodeados por pares. Entonces se inhiben. Hay problemáticas que aparecen cuando se desarrolla cierta confianza. Sin dudas fue una limitación, sobre todo para el carácter integrador, que involucra a la familia ”, afirma Natalia Ortiz, maestra de nivel inferior.

“No es lo mismo el encuentro de los cuerpos. Ni hablar que además miles quedaron excluidos por carecer de acceso a internet o de dispositivos tecnológicos apropiados”, amplía Samanta.

El marco de virtualidad y el distanciamiento sin embargo facilitó la presentación de experiencias novedosas a través de medios digitales. Compartir, como otro de los lemas de la educación sexual.

Uno de los mejores ejemplos es la plataforma web SexEduc, diseñado por la propia Levet junto a otra docente de nivel secundario de Córdoba.

Se trata de una “caja de herramientas” en la que se comparten materiales y recursos para el abordaje de la ESI. “La intención es favorecer tanto la continuidad del trabajo de enseñanza, como la (re) vinculación de las / os estudiantes con la escuela”, explica 

El sitio ofrece marcos normativos, textos o productos audiovisuales con aportes teóricos y reflexivos, y materiales didácticos. Pero además incluye dispositivos lúdicos producidos por las educadoras como puertas de entrada para el abordaje de contenidos de ESI.

“Quisimos vincular lo pedagógico con lo didáctico. Lo lúdico es fundamental para entrar a un tema tantas veces complejo. Los juegos están pensados ​​como recurso de apoyo, para aprender a través del disfrute. Uno de ellos permite abordar la afectividad desde una mirada saludable. También la historia de Elisa, una chica trans, que atraviesa su camino hacia un ejercicio pleno de sus derechos”, profundiza la educadora.

El reconocimiento de derechos emerge como un faro que guía cada paso de quienes se internan en la experiencia ESI. Desde la revisión del lenguaje como constructor de realidades hasta los hechos y personajes legitimados por la historia oficial, desde la participación en el mercado laboral hasta la conciencia sobre la diversidad de géneros, todo queda bajo análisis.

En palabras de la propia Silvia Marchetti: “La ESI es revolucionaria porque rompe estructuras. Abre puertas, ilumina, para vencer adversidades largamente conocidas ”.