La llegada del Covid-19 al país, un año atrás, golpeó fuerte al sector educativo. Y dentro de ese colectivo, los jardines maternales llevaron la peor parte. Fuera del sistema, registrados como “comercio” en la mayoría de los casos, estuvieron cerrados todo el 2020.

En marzo del año pasado había 550 jardines maternales en Córdoba que recibían niños de 45 días hasta 5 años en algunos casos. Hoy quedan 350.

El saldo: la pérdida de trabajo para casi la mitad de los 4000 docentes maternales registrados.

La educación inicial, aún más temprana, es la que instala los primeros y definitivos hábitos en los niños, algunos de los cuales están muy relacionados con cuestiones sanitarias. Lavarse las manos regularmente, compartir, respetar los tiempos del otros, reconocer autoridades y referentes por fuera de la familia, son cosas que se empiezan a aprender en el jardín. 

Cerraron 200 jardines maternales en un año

El informe Mapa de Educación Inicial de UNICEF y el CIPPEC revela que en Argentina uno de cada dos menores de tres años estaba escolarizado al comienzo de la pandemia. Un punto insoslayable, es que además, los jardines son el lugar seguro elegido por familias que necesitan que alguien cuide a sus pequeños mientras desarrollan otras obligaciones.

Gran parte de ese universo de los más chiquitos abandonó la escuela durante la cuarentena, por la dificultad familiar para seguir pagando la cuota, ya que la mayor oferta educativa para menores de tres años está en manos de privados. Y también porque la propuesta pedagógica a distancia resultó poco atractiva.

Este año, en Córdoba, los jardines fueron habilitados desde el 1 de enero, pero sólo con el cincuenta por ciento de su capacidad y para la atención de niños de 2 a 5 años. No se habilitaron ni las salas de lactantes ni de menores de dos años, lo que representa el 20% de la demanda total.