Un domingo para celebrar la niñez y más allá del aspecto comercial que en la fecha prima, es momento también para pensar y volver a pensar en las deudas que como sociedad tenemos con los más pequeños, ampliadas con lupa a partir del contexto de pandemia.

Desde Cba24n consultamos a diferentes personalidades de Córdoba que ya sea desde el ámbito de la salud o el arte, trabajan con niños desde hace años. Son ellos quienes tienen una mirada experta de aquello que los atraviesa y lo que debería interpelarnos como adultos para hacer valer sus derechos.

Alejandro De la O, actor, director, docente, dramaturgo,.parte del Grupo Egos y escritor regaló estas reflexiones: "Necesitamos infancias que puedan desplegar sentires, niñas y niños capaces de expresar lo que quieren y desean desde adentro hacia afuera y que ese camino esté siempre acompañado de un adulto que abrace". 

Y es que hablar de abrazo, en tiempos de distanciamiento social, a veces parece imposible. Belén Ruiz, Licenciada en pedagogía y miembro de Apinep desde hace más de 15 años trabaja con la infancia y adolescencia. Consultada sobre lo que hoy debería ser eje de preocupación para los adultos sobre la infancia explica: "El distanciamiento social no es lo mismo que aislamiento social. Hay que ofrecer más abrazos y decir 'te quiero' con más frecuencia. Y hay explicación hasta científica. Ayuda a reducir los niveles de estrés de los niños, porque cuando damos abrazos y cariños a los niños, conseguimos aumentar la producción de la oxitocina también conocida como la hormona del amor. Esto hace que el cortisol (la hormona del estrés) disminuya. Por ello, los niños (y también los adultos) se sienten reconfortados". En la misma línea afirmó: "Mi mayor deseo es que se puedan incentivar redes de familias para generar encuentros donde pueda circular la palabra, las emociones. Educar con el ejemplo es la manera más eficaz. Si nuestros hijos nos ven compartir, preocuparnos por el otro, estar atentos, acordar, consensuar, ellos aprenderán esos valores de manera natural. Por eso la importancia de retomar las rutinas familiares con los abuelos, tíos y sobrinos o grupos de amigos cercanos que funcionen como familia".

Marcela Rivarola es Licenciada en Kinesiologia y Fisioterapia, especialista en Atención Temprana y Psicomotricidad. Además, es Directora de la Facultad de Kinesiología y directora de CEIN, centro que desde hace 25 años atiende a las infancias que necesitan cuidados diferentes. En tantos años cerca de bebés y familias, reflexionó con nosotros: " Una pequeña anécdota personal se vinculó casi sin querer con el pedido que me hicieron . Mi pequeña hija caminaba a mi lado con sus dos o no más de tres años. Recuerdo que yo la apuraba por que se hacia tarde.Con la ternura propia de los niños ella decía: 'Mamo que she hace tade'. Con poca paciencia y mucho de apuro seguí insistiendo en que avanzara rápido. El apuro era mío, también la necesidad. Los niños y niñas en su necesidad de ser amados se acomodan a las necesidades de los adultos. Los pequeños y pequeñas requieren de un compromiso que emerge de la imposibilidad de sobrevivir sin el cuidado de un adulto y ese cuidado se debe de plasmar en algo fundamental que es el respeto.¿Respeto a qué? Respeto a su vida y su existencia, respeto a su privacidad y respeto a sus tiempos. Y que los tiempos sean tiempos no apurados. Tiempos de juego y de aprendizaje. Sencillamente eso es lo que a muchos no se les da. No importa la condición, solo requieren de cuidados amorosos de sus cuidadores directos, de sus docentes, de los profesionales que a veces deben intervenir. Solo con tiempo dados se criarán futuros adultos sin ansiedad y angustia. El tiempo es un alimento intangible e inexorable que promueve seres seguros y tolerantes".

Rosario Del Corro es Psicóloga y dedica su labor a cuidar la salud mental en las infancias. En este tiempo de pandemia, encierro, de distancias entre familiares y amigos, el trabajo se agudizó. Por ese motivo, como profesional y como madre también, nos invita a ofrecer dos regalos: la mirada y los brazos.

"Una mirada amorosa, que dirigida a los niños y niñas busque estar atenta a entender y conocer lo que les pasa. Lo que necesitan. Esa mirada será brújula para cuidar de ellos y conectar desde sus necesidades y deseos. En esta etapa poder poner palabras a lo que nos pasa es todavía un gran desafío. La conducta de nuestros niños nos habla. Entendiendo eso, el berrinches ya no es berrinche, el llanto se vuelve llamado y podremos acercarnos un poquito a su mundo de emociones para acompañar y contener lo que les sucede. Los adultos que acompañamos la infancia podríamos así reconocer, con esa mirada, que lo importante no fue el juguete, si no el tiempo compartido jugando. Lo mejor no fue ese lugar al que fuimos, si no con quiénes lo hicimos". Sobre el momento particular que estamos viviendo, la profesional destaca: "Venimos de meses muy movidos donde todo se muestra cambiante e inestable. La infancia ha quedado vulnerable frente a una crisis educativa y sanitaria que ha demorado en darles la importancia que se merecen, en todos los ámbitos, públicos y privados, la infancia demanda una mirada más amorosa que los tenga en cuenta".

Como adultos, la responsabilidad no puede esquivarse, y por eso hablamos de ese segundo regalo: "Los brazos serian la herramienta principal para dar respuesta a aquello que miramos en nuestros niños y niñas. Probablemente debamos volver nuestros brazos-nidos, que sostengan, contengan y calmen cuando sea necesario. Brazos que animen y acompañen el camino y el andar de la niñez. Brazos capaces de soltar cuanto sea necesario y estar cerca por si se necesita de ellos nuevamente. Por que si hay una certeza en relación a esta etapa, es que solos no podemos ser criados, ni tampoco solos podemos criar. Estos regalos no están a la venta, pero si podemos construirlos, practicar y estar atentos para volvernos mirada amorosa y brazos que contengan. Se necesita estar disponibles para poder regalarlos, no nos saldrá muy caro, y sin darnos cuenta estaremos también haciéndonos un regalo a nosotros mismos: disfrutar con nuestros niños y niñas esta etapa que no nos espera, es hoy, es ahora y necesita de nosotros".

Parece evidente, sencillo y hasta fácil. Pero en el mundo de los adultos, en el que la ingenuidad es cosa de niños, en el mundo del apuro, del no llegar a fin de mes, en el de las noticias que pocas veces son buenas, lo evidente, sencillo y hasta fácil, alcanza dimensiones de una complejidad monstruosa.

El abrazo, la mirada y el tiempo son regalos universales, accesibles. El día de las infancias es un día para volver a poner en valor la importancia de los niños y niñas y nuestra responsabilidad como sus cuidadores. Después de todo, lo que uno ama en la niñez, se queda en el corazón para siempre.

No existe falta de afecto en los adultos... solo es una cuestión de tiempos.... DESEO como dice OSIAS quiero  "Tiempo pero tiempo no apurado... 
Tiempo de jugar que es el mejor
Por favor, que se los demos suelto y no enjaulado
Adentro de un despertador..."