Se viralizó en los últimos días una encuesta realizada hace 20 años en la que se dedujo cuál es el chiste más gracioso del mundo.

Fue el psicólogo Richard Wiseman quien en ese momento creó un sitio web con más de 40 mil bromas y pidió a los visitantes que voten su preferido.

De la encuesta participaron más de 1,5 millones de personas y el elegido fue el siguiente:

“Dos cazadores están en el bosque cuando uno de ellos se desmaya. No parece estar respirando y sus ojos están vidriosos. El otro hombre agarra el teléfono y llama al servicio de emergencias. Dice jadeando al operador: ‘¡Mi amigo está muerto! ¿Qué puedo hacer?’”. “El operador con un tono de voz calmado y suave le responde: ‘Tómelo con calma, puedo ayudar. Primero, vamos a asegurarnos que está muerto’. Se hace un silencio, luego se escucha un disparo. De regreso al teléfono, el cazador dice: ‘Y, ¿ahora qué?’”.

Lo que se debe aclarar es que no es necesariamente el más divertido pero sí el más "apreciado globalmente”. De hecho, cumple con una serie de requisitos que lo hacen un buen chiste.

Y es que para serlo debe: ser una transgresión insegura de una situación; darle la vuelta a la situación para que sientas, como audiencia, que es segura y que ambas percepciones (inseguridad y seguridad) ocurran al mismo tiempo.

En este caso, hay una situación peligrosa (uno de ellos se desmaya, el otro cree que está muerto, llama a emergencias) y de repente hay una vuelta que desinfla la tensión y sorprende (el cazador sano mata de un disparo al que se desvaneció por un error de comunicación).