Miguel siempre jugaba a los mismos números: 5,7, 13,26, 28 y 36.

Ese día, no pudo ir a apostar al Quini 6 y le dijo a su pareja que lo hiciese.

Al otro día, trabajando de albañil, escuchó que salieron sus números. Renunció al trabajo, salió corriendo y desaforado para su casa. Se encontró con su mujer y le pidió el comprobante del juego. 

Cuando llegó a la quinielera, le dijeron que no había ganado. No lo podía creer, hasta que comprobaron que los números estaban cambiados. Su pareja no había apostado por los mismos números de siempre. 

Luego, le volvió a pasar, pero ya sin poder echarle la culpa a nadie. 

Llegó tarde al local de apuestas. Ese día cerraban antes por el censo nacional. 

Cuando escuchó los números que salieron, se "quería morir". Volvieron a salir sus 6 números y no había podido jugar.

Hoy no tiene trabajo y se alimenta en las ollas populares de su barrio.

Por eso pide dos cosas: donaciones de alimentos para los comedores y propuestas de trabajo al 351-3708288